3.
Chifuyu me miró sorprendido por encima de su batido, había accedido a vernos a solas y no había hecho demasiadas preguntas, supongo que en ese momento ya estaba al tanto de la situación en la que nos encontrábamos Baji y yo. Aunque ese no era el motivo por el que le había citado, que Baji no me hablase era doloroso, si, pero ya lo solucionaría más adelante, tampoco es como si esa fuera la primera vez que nos enfadábamos o como si no confiase en que nuestra amistad era más fuerte que una simple pelea. Simplemente sabía que ambos éramos demasiado orgullosos como para dar el primer paso.
Así que no iba a preocuparme por eso ahora, iba a preocuparme por la siguiente pieza de mi plan, Chifuyu. Pensaba que esta iba a ser la parte más fácil, que con tal de entrar en la Toman se iba a aferrar a cualquier clavo ardiente que le pusieran delante sin objetar, pero que equivocado estaba. Bajo esa apariencia de niño bueno y esa actitud de gato en apuros que mantenía cuando estaba frente a Baji, Chifuyu tenía uñas y eran de las más afiladas. Porque Chifuyu es testarudo, arrogante y ambicioso, quizá la peor combinación con la que alguien como yo podría enfrentarse.
- No. – respondió rotundamente ante mi proposición.
- ¿Por que no?
- Porque no pienso entrar en la Toman si no es bajo las ordenes de Baji, no me gustan las pandillas.
- ¡Venga ya! – repliqué. – Pero si el otro día no parabas de insistirle. Sabes que para ser vice capitán primero debes estar dentro de la propia pandilla, ¿verdad? No es como si pudieras entrar directamente al puesto.
- Ya, pero lo haré bajo las ordenes de Baji, en el primer escuadrón.
Rodé los ojos, hubiese puesto la mano en el fuego a que nunca pensaría eso pero definitivamente en aquel momento tratar con Chifuyu era mil veces peor que hacerlo con Baji.
- Pero escúchame, siempre puedes cambiar de escuadrón, puedes entrar en la cuarta división bajo mi mando y luego pedir un cambio. Tampoco quiero que te quedes en el mío de por vida, solo es un paso intermedio.
- No.
- ¡¿Por que no?! – exclamé entre desesperado y molesto. - ¿Qué tiene Kei que no tenga yo?
Chifuyu me miró de arriba abajo de una manera que hizo que me entrase un escalofrío, luego giro su cabeza un poco antes de volver a sorber del batido que tenía frente a él.
- ¿De verdad quieres oír la respuesta? – asentí, quizá porque en aquella época tenía bastante autoestima o quizá porque esperaba que Chifuyu fuese tan correcto conmigo como lo era en presencia de Baji. Pero me equivoqué. – Para empezar, infunde autoridad, tú no. Te veo y pienso lo fácil que sería pisarte y pasarte por encima. Tienes una buena espalda y por Baji también sé que eres fuerte pero aun así hay algo en ti que me hace pensar que en un conflicto que te superase simplemente agacharías la cabeza y actuarias con bufonería.
- Bufo... ¿Qué?
- Luego esta ese peinado, en serio ¿Quién te tiñe? ¿Un ciego? - toqué mi pelo por inercia porque, honestamente yo no creía que estuviera tan mal. – No te veo como un buen estratega, sé que no te he visto pelear, pero por tu forma de ser creo que no lo serías, prefieres embestir y atacar de frente antes que tener un plan.
- Oh, ¿y tú no?
- Si, por eso necesito alguien que piense dos veces antes de atacar.
- Genial, entonces deberías pensar más bien en unirte al escuadrón de Mitsuya.
- No, Baji es bueno ganando peleas.
- Él es fuerte, por eso gana peleas, su única estrategia es comerse el mayor número de golpes para proteger al resto.
- ¿Y la tuya? – preguntó.
- La mía es intentar ganar la pelea antes de que mi mejor amigo comenta alguna estupidez. – sonreí. – Vale, quizá si soy un poco impetuoso en las peleas y quizá no tengo tácticas ni impongo mi autoridad, tienes razón. Pero creo que estás actuando de manera subjetiva según lo guapo que es tu capitán en lugar de ser objetivo porque según lo que me has dicho encajas más en el segundo escuadrón que en el primero.
- Estoy actuando de manera subjetiva, si, pero me da igual que mi capitán sea guapo o no. Si fuese ese el motivo no habría dudado en unirme a ti.
Chifuyu dijo aquella con un tono impasible, como si estuviera diciendo el tiempo que hacía, pero en mi provocó otra reacción. Se que quizá no es lo más correcto decirlo aquí pero no creo que sea sorpresa de nadie que cuando era más joven Chifuyu era mi debilidad. Quiero decir, hasta ese momento a mí me gustaban las mujeres, estaba bastante seguro de ello y nunca había cuestionado nada, pero cuando Chifuyu miraba con esos preciosos ojos celestes... ¿Acaso alguien hubiera sido capaz de decirle que no? No me mal malinterpretéis, en el fondo yo siempre he sabido que él y yo encajamos mejor como buenos amigos y que el destino tenía otros planes para él, pero siempre fui un joven hormonal y Chifuyu siempre fue bastante consciente de lo que hacía, como lo hacía y que me provocaba a mi. Por ejemplo, ambos sabíamos de sobras que ese día no estaba en mi mejor momento, la brecha que Baji me había hecho los días anteriores aún adornaba mi labio sin saber si dejaría marca o no y tenía la cara un poco hinchada por los golpes, tampoco estaba acostumbrado a que otros chicos me dijeran que era guapo, así que me tomó un poco por sorpresa aquella frase y esa era la reacción que Chifuyu esperaba en mí porque una sonrisa se dibujó en su boca antes de apoyar su rostro sobre su mano y mirarme con cierta condescendencia.
- Pero los dos sabemos que no es por eso por lo que quiero seguir a Baji. Él es sencillamente fascinante y no creo que haya alguien más increíble que él. – pude ver como los ojos de Chifuyu se iluminaban. – Siempre pensé que sería toda mi vida independiente, que nunca seguiría a nadie, pero hoy sé que no seguiría a nadie salvo a Baji.
Autentica devoción y respeto, eso es lo que sentía Chifuyu por Baji. No obstante, por muy ambicioso que fuera Baji nunca ha sido una de esas personas que cambian de idea de la noche a la mañana, si quería que cambiase de idea debía buscar un motivo para que lo hiciera y yo pensaba ayudarle en eso.
- No tienes porque seguirme. – Chifuyu alzó una ceja con curiosidad. – Puedes ser mi igual, Kei no es el único que no tiene vice capitán, yo tampoco lo tengo, puedes entrar directamente como vice capitán de la cuarta división y serías prácticamente mi igual.
- ¿Cómo? No me has visto pelear. ¿Y si no soy lo que esperas?
- ¿No eres bueno peleando? Creía que siempre presumías de ser el mejor.
- Si, pero ¿y si el resto de tu escuadrón no me apoya?
- Tú mismo lo has dicho antes, yo no infundo autoridad, si no les gusta puedes ocuparte tú mismo de que te acepten o pueden irse. A mí me da igual, ellos están ahí porque quieren igual que vinieron pueden irse. - Chifuyu me miró extrañado.- ¿Qué?
- ¿Por qué harías eso?
- Para ayudarte a entrar en la Toman. ¿Para que si no?
- ¿Puedes entrar directamente como vice capitán? Creía no podías hacer eso.
- Bueno, cada escuadrón lo gestiona el capitán como él crea correcto, la última palabra la tiene Mikey, obviamente, pero un capitán puede escoger quien es su mano derecha. Es lógico que si alguien va a ser prácticamente tu igual debe ser alguien en quien confíes ciegamente.
- ¿Confías en mi ciegamente?
- No, – dije con una sonrisa. – pero al menos se que no me traicionaras, soy demasiado importante para Kei como para que lo hagas.
Una sonrisa se dibujó en su rostro antes de que chasquease la lengua. Hasta ese momento no había querido un vice capitán, Chifuyu no se había equivocado, era malo teniendo personas a mi cargo, así que en mi escuadrón todos éramos iguales y un vice capitán podía poner en peligro toda esa ausencia de jerarquía que había creado, pero era algo temporal y, honestamente Chifuyu podía aportar a mi escuadrón más de lo que podía quitarles. Además éramos la prueba perfecta para probar a Baji si el chico podía encajar en una pandilla o no. Observé cierta duda en aquellos orbes azules y estuve a punto de preguntarle que a que esperaba para decirme que si, pero como siempre él se adelantó.
- ¿Se puede hacer un cambio de escuadrón fácilmente? – asentí. - ¿Cómo?
- Hay tres maneras, la primera y más fácil es que ambos capitanes se pongan de acuerdo y tú también quieras, en ese caso se hace el cambio y se informa a Mikey, la segunda es que dos partes quieran y la tercera no, este es nuestro caso actual, aquí la última decisión la toma Mikey y es por lo que estamos jodidos, el tiene que valorar si el cambio favorece a la Toman o no, y al ser Kei quien no quiere probablemente diga que no.
- ¿Y la tercera?
- La tercera es que el propio Mikey decida el cambio, ya sea porque alguno de los tres se lo propone o por su propia cuenta.
- Vamos que estamos jodidos. – dijo suspirando y dejando caer su cabeza sobre la mesa.
- No del todo, como su mejor amigo yo creo que Kei no tardará en arrepentirse de su decisión.
Chifuyu suspiró mientras movía la cuchara por su ya vacío batido, sin levantar la mirada de esta y mentiría si no dijese que me dio demasiada ternura.
- Es tu mejor baza. – añadí. – Quedarte fuera de la Toman hace que todas tus oportunidades estén en él, y te aseguro que si cambia de opinión no entrarás como vice capitán.
Me miró durante un escaso segundo antes de devolver la mirada a su vaso vacío, sabía que se lo estaba pensando pero todo en su lenguaje corporal indicaba que iba a decirme que no de manera no demasiado educada. Entonces apretó los labios y tardaría meses en darme cuenta de lo que significaba ese gesto en él, alzó su mirada y me tendió la mano pero justo cuando fui a estrechársela la retiró.
- Espera, ¿me prometes que seremos iguales? – asentí. - ¿Y que harás todo lo posible para que me cambie de escuadrón?
- Chifuyu, tardarás poco en darte cuenta que ni quiero ni necesito un vice capitán, lo hago como favor.
- Favor, ¿eh? ¿Y que esperas a cambio?
- Que sigas consiguiendo que Kei este de mejor humor y no sea un peligro público.
El rubio rompió a reír antes de estrecharme la mano con fuerza. Teníamos un trato, la parte negativa es como se iba a tomar Baji esta alianza, porque en ese momento no estábamos en muy buenos términos que dijéramos. Así que pensé que, antes de que se enterase en la reunión oficial donde lo anunciaríamos era mejor que fuese yo personalmente a decírselo. Llevé a Chifuyu en moto hasta su casa, le acompañé hasta su puerta y aproveché que ya estaba ahí para acortar la distancia que me separaba de la casa de Baji y contárselo. No negaré que cuando golpeé la puerta estaba nervioso, y que menos, la última vez que había estado ahí hacía menos de una semana había acabado con el labio roto y un buen golpe en el estómago.
Por suerte o por desgracia no fue Baji quien me abrió la puerta, sino Ryoko, llevaba puesta una camiseta vieja y unos pantalones de deporte, con el pelo recogido en una cola, igual que solía hacer su hijo y, creo que nunca me había dado cuenta de lo mucho que se parecían ambos hasta ese momento. Me echó una ojeada antes de sonreírme de una manera maternal.
- Hola Tora, Keisuke no está, creo que ha ido a casa de Manjiro.
- Perdón señora Baji, no quería molestar. Iré allí a verle, gracias.
Me giré buscando el móvil en mi bolsillo para llamar a Mikey y decirle que iba un momento a su casa cuando la madre de Baji puso su mano en mi hombro para detenerme.
- Espera, las manchas de sangre que limpié el otro día eran tuyas, ¿verdad? – le miré un poco asustado sin saber bien que decir porque, ¿en que mierdas pensaba Baji? Si iba a golpearme que menos que limpiar las pruebas, ¿no? Además tampoco podía poner la mano en el fuego de que yo fuera la única persona a la que había golpeado ahí en la última semana. – No hace falta que contestes, se que si, mi hijo está con un humor de perros últimamente, tú no estas rondando por aquí y que casualidad que tú cara lleva escrito su nombre en toda ella. – soltó una risa irónica y se hizo a un lado como si quisiera tenderme paso. - ¿Quieres que te prepare algo y me cuentas que os ha pasado?
En cualquier otro momento habría pasado sin dudarlo, porque pasar tiempo con la madre de Baji era mi máxima aspiración en ese entonces, pero de alguna manera no se sentía correcto hablar de Baji y de como me había golpeado con su madre. Hasta que empecé a frecuentar la casa de esa familia había concebido la figura materna como alguien que vivía en el mismo sitio, gritaba sin motivo y debía hacerse responsable de ti si te metías en algún lio. No había lugar para el cariño, la preocupación ni la confianza de poder hablar de tus problemas e inquietudes. Supongo que por eso empecé a admirar a la mujer que estaba frente a mi, no había ninguna duda de que Ryoko amaba con locura a su hijo, se preocupaba por lo que le gustaba y lo que no, era simpática con sus amigos y pasaban tiempo juntos jugando a juegos, hablando o simplemente viendo los programas que le gustaban a ambos. Eran cosas con las que yo solo podía soñar y envidiar. Por eso simplemente negué con la cabeza y estuve a punto de dar media vuelta e irme, y estoy seguro de que si no me hubiese dicho lo que me dijo lo habría hecho, habría ido a casa de Mikey y probablemente hubiese condenado mi relación con Baji para siempre.
- Tora, si no quieres no voy a insistir, pero quiero que sepas que eres uno más de la familia para nosotros y si decides contármelo no influiré en mi hijo y será algo entre tú y yo. A veces es necesario tener un punto de vista más imparcial o un simple desahogo, sobre todo cuando se trata de Keisuke.
- A veces es alguien difícil de tratar, ¿verdad? – dije con una sonrisa.
- ¿Solo a veces? – preguntó devolviéndome la sonrisa. – Anda, pasa, prepararé un té.
A día de hoy sigo sin entender que hice para merecer que la familia Baji me abriese los brazos a su casa, ni para que al día Ryoko escuchase todo lo que tenía que contarle y mi plan sin contarle nunca nada a su hijo. Sin embargo preparó té, sacó galletas y estuvo escuchando todos y cada uno de los motivos por los que creía que Baji me había golpeado. Jamás le dije que creía que Baji veía diferente a Chifuyu ni que este último parecía estar completamente enamorado de su hijo. No, esa clase de detalles me los guardé para mi, si yo los había visto era muy probable que ella también y si no lo había hecho no sería yo quien le abriese los ojos. Estando un poco más tranquilo y animado y con el consejo de Ryoko de que le diese tiempo y espacio a su hijo decidí irme a casa y llamar a Baji en lugar de presentarme frente a él.
Pero el destino tenía otros planes para mí, apenas giré la esquina para dirigirme al sitio donde había aparcado mi moto, escuché el rugido del motor de la de Baji y le vi allí, aparcando justo al lado de donde lo había hecho yo, con la expresión sería y el casco colgando en su cuello. No tuve que hacer ningún ruido ni moverme, fue como si el sintiese que yo estaba ahí, giró su rostro y clavo aquellos ojos almendrados en mí.
- Hola. – dije esbozando una sonrisa culpable.
- Hola, Tora. – me contestó mientras se bajaba de la moto y se dirigía hacía mi. – Justo quería hablar contigo.
- Yo también.
Me coloqué frente a frente con él, era ridículo que aún teniendo la misma altura me sintiese tan pequeño a su lado, pero de alguna manera lo hacía. Estábamos a escasos centímetros el uno del otro, tan cerca que si hubiera querido podría haber bajado la cabeza y abrirme la frente, pero no lo hizo en su lugar alzó la mano con suavidad y la pasó por la brecha que se veía en mi labio y chasqueó la lengua con molestia antes de hacer lo único de lo que creía que no era capaz Baji.
- Lo siento. – murmuró.
- Yo también.
Fue lo único que pude decir. Me escocían los ojos y sentía un nudo en el pecho. Todo lo que había planeado decirle cuando le llamase se había borrado de mi cabeza, todos mis pensamientos habían desaparecido por completo. Las palabras que no acostumbraban a faltarme se tropezaban y emborronaban antes de que pudiera si quiera decirlas. Lo único que pude hacer, aún con miedo de volver a ser golpeado fue abrazarle. Le rodeé con ambos brazos lo más fuerte que pude y tardé lo que pareció una eternidad en sentir los suyos haciendo lo mismo. Y daba igual que estuviéramos en medio de la calle con decenas de personas y coches pasando, para nosotros no existía nada más que el otro en ese momento.
- Joder, Tora, lo siento mucho no quería golpearte. – murmuró contra mi hombro.
- No te preocupes, no debí presionarte, Kei, tienes tus limites y yo no supe respetarlos.
No dijimos mas que eso durante todo el tiempo que duró el abrazo, que no puedo deciros cuanto fue pero os aseguro que no poco. Cuando nos separamos apretó un poco mi hombro antes de dedicarme una de aquellas sonrisas increíbles. Aquel abrazo me había devuelto la lucidez y, por mucho que desease alargar ese momento un rato más, había algo que debía decirle cuanto antes porque si esperaba sería peor.
- Voy a proponer a Chifuyu como mi vice capitán en la próxima reunión.
Supongo que igual que yo me había acostumbrando a que Baji solucionase sus problemas a base de violencia, el se había acostumbrado a que yo dijese las cosas sin pensar en las consecuencias, o bueno, sin pensar en general. Soltó una risa silenciosa y asintió.
- Bien hecho. Estoy seguro de que se integrará bien en tu escuadrón.
- ¿No estas enfadado? – negó. - ¿Ni te arrepientes?
- Esa pregunta te la responderé cuando vea como se desenvuelve contigo. Pero creo que has hecho bien, Chifuyu se adaptara de maravilla a la Toman contigo. – Baji me dio dos golpes en el hombro y miro al cielo con el ceño fruncido. – Oye Tora, es tarde, ¿Por qué no cenas algo en casa antes de irte? Mamá te ha echado mucho de menos, estoy seguro de que se alegrará mucho de verte.
Asentí sin pensar demasiado y cuando Ryoko nos vio entrando juntos esbozó una enorme sonrisa de complicidad antes de asentir y echarle una bronca actuada a su hijo por no haberle avisado de que traía visita.
Bạn đang đọc truyện trên: ZingTruyen.Store