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Libre [BajiFuyu]

2.

Foxxxyy13

Baji siempre ha sido una de esas personas que demuestran su afecto mediante el contacto físico, desde unos golpes en la espalda para mostrar apoyo hasta pasarte el brazo por los hombros para demostrarte que esta ahí, desde que lo conozco Baji siempre ha sido así. Para mi era un gesto cotidiano sentir su cabeza contra mi espalda o mi hombro cuando en las reuniones de la toman se aburría o que pusiese sus piernas sobre las mías cuando jugábamos a videojuegos, no le daba importancia porque sabía de sobras que él era así. ¿Pero Chifuyu? Chifuyu se tensaba de inmediato como si fuera un gato asustado cuando la mano de Baji le rozaba la espalda, cerraba los ojos cuando le levantaba la mano para desordenarle el pelo e incluso le vi sonrojarse una vez cuando Baji apoyó la cabeza en su hombro. Estaba claro que el rubio no estaba acostumbrado a esas muestras de afecto y menos de alguien como Baji, aunque en su defensa diré que mi mejor amigo era especialmente pesado con él. Era como si no pudiera estar más de cinco minutos sin tocar a Chifuyu, como si fuesen dos imanes que necesitaban estar en contacto. Una tarde quedamos para tomar un helado los tres y Mikey al enterarse decidió acompañarnos, arrastrando con él a Takemichi y Draken. Aquel día Chifuyu llegaba tarde, no solía hacerlo pero, por lo que luego supe, había perdido demasiado tiempo acariciando a una colonia de gatos por el camino.

- Perdón por la espera. – dijo en cuanto llegó con una sonrisa.

Vi como sus ojos recorrían la mesa antes de toparse con el único sitio libre, junto a Takemichi, en frente de Baji. Cuando estábamos los tres juntos Chifuyu siempre se sentaba junto a Baji, y cuando digo siempre es siempre. Ya iba por inercia a sentarme siempre frente a Baji, por eso a mi también se me hacía raro haber intercambiado los sitios. Estuve a punto de pedirle que me cambiase el sitio pero la voz de Takemichi me detuvo.

- ¡Chifuyu! – golpeó suavemente el asiento de su derecha. – Ven, siéntate tengo muchas cosas que contarte.

Chifuyu aún no estaba oficialmente en la Toman, por algún motivo Baji se oponía totalmente a ello, no obstante había empezado a venir a nuestras reuniones y había encajado sorprendentemente con el líder sustituto. Los dos rubios habían empezado a pasar más tiempo juntos a llamarse y, aunque Baji no lo apoyaba porque no acababa de caerle del todo bien Takemichi, lo había incluido alguna que otra vez en nuestras quedadas.

Por eso no pude ocultar la sonrisa que se formó en mis labios cuando vi a Baji rodar los ojos mientras Chifuyu tomaba asiento. Soltó un enorme suspiro antes de girarse hacía mi oído y susurrarme de manera muy poco discreta.

- ¿Por qué mierdas se llevan tan bien? Si solo Mikey soporta a Takemichi.

- ¿Qué es tanto secretismo Baji? – sonrió Mikey quien estaba sentado al otro lado de Takemichi. – ¿No sabes que secretos en reunión falta de educación?

- ¿Ah? Eso mismo te diré cuando le digas algo a Takemichi en medio de las reuniones y luego os riais.

- La mayoría de veces Mikey solo me recuerda que tenemos que acabar ya y que tiene hambre, Baji.

- Pues eso es lo mismo que le he dicho yo a Tora, que como no pidamos algo en los próximos cinco minutos voy a necesitar golpear a alguien.

- Baji no hace falta que...

- Pues pidamos ya. – cortó Chifuyu a su nuevo amigo mientras se estiraba para tomar una de las cartas. - ¿Sabéis ya lo que queréis?

Estaba seguro de que Takemichi era el único de esa mesa que no sabía que Baji estaba diciendo esa frase completamente enserio. Que golpease a alguien cuando tenía hambre era quizá la mejor de las reacciones que podía tener. Ser su amigo era estar constantemente alerta intentando leer las impredecibles señales de en que nuevo problema se metería en los próximos diez minutos, no sería la primera ni la última vez que acabásemos en comisaria porque Keisuke Baji era demasiado imprudente y solía quemar coches por aburrimiento sin preocuparse de si su dueño estaba en esa misma manzana o si estábamos a escasas calles de una oficina de policía. Era imposible saber que pasaba por su cabeza, era impredecible y altamente destructivo, como una tormenta de verano, pero de algún modo parecía que su nuevo amigo era capaz de intuir que necesitaba en cada momento sin necesidad de que lo dijera o pusiera en peligro la integridad física de todo el que se cruzaba en su camino. Chifuyu era un ángel para todos nosotros. Al escucharnos y ver la mesa llena la camarera se acercó sonriendo, tenia la cara redonda y unos mofletes que daban ganas de morder.

- ¿Saben ya lo que quieren? – miré a la chica que llevaba el pelo recogido rubio para decirle que nos diera un momento hasta que Chifuyu ojease la carta, pero Mikey se me adelantó.

- Yo quiero una copa de helado XXL, con chocolate, fresa y... ¿Qué era lo que me pedí la última vez, Ken-chin?

- Avellanas. – dijo con una leve sonrisa dibujándose en su rostro. – Yo quiero un café manchado.

- ¿El pastel de pistacho es dulce o salado? – preguntó Takemichi.

- ¿Qué mierda de pregunta es esa, Mierdamichi? – saltó Baji antes de que la camarera pudiera responder.

- ¿Qué? Normalmente el pistacho es salado.

- Es dulce. – respondió ella con total amabilidad.

- Pues quiero un trozo de pastel de pistacho y un batido de chocolate.

- ¿Me darás un trago, Takemicci?

- Tú ya tienes tu helado, Mikey, pídete un batido tú también.

- Pero yo quiero del suyo. – replicó.

- ¿Quieren que apunte dos batidos entonces?

- No, no se preocupe. – sonrió Takemichi antes de volverse hacía Mikey. – Te daré un poco pero me dejas probar tu helado, ¿vale?

- Trato.

La chica se giró hacía mi y, os juro que era adorable, la chica más bonita que había visto en mucho tiempo.

- ¿Tú no estas en el menú? – la chica rodó los ojos antes de sonreír y negar con la cabeza, ahora se que solo le hice gracia porque le parecía mono pero tardé en entender varios años que esos comentarios estaban fuera de lugar. – Entonces quiero un cappuccino.

La chica miró a Baji, pero este no le contesto solo alzó las cejas hacía Chifuyu y este fue quien habló haciendo que la chica se girase hacía él.

- Un batido de vainilla y un trozo de pastel de nata y fresas para mi y...- volvió a mirar la carta. - ¿El croissant es de mantequilla? – ella negó con la cabeza. – Pues un croissant y un café con leche de soja para él. – dijo señalando a Baji con la cabeza y tendiéndole la carta a la camarera. – Gracias.

Cuando la camarera se marchó Mikey se echó hacia adelante en la mesa y clavó sus ojos en Baji antes de sonreír.

- ¿Leche de soja?

- He descubierto que soy intolerante a la lactosa, ¿vale? Chifuyu sabe que puedo y que no puedo tomar.

- Leche, - comenté de manera obvia con una sonrisa. - tampoco es tan difícil, ¿no?

- ¿Te crees gracioso? – dijo apretando los labios. - ¿Sabes que casi todo lleva leche? ¡Hasta la nata!

- Creo que ahora entiendo porque has repetido. – el tono de voz de Draken era calmado a pesar de que estuviera faltando el respeto. - ¿Y tanto te cuesta preguntar como ha hecho Chifuyu?

- ¡Hasta hace unos segundos ni siquiera sabía que no podía tomar mantequilla!

- No me importa pedir por él, mi madre también es intolerante a la lactosa, así que mas o menos se que puede y no puede tomar.

- Eres demasiado bueno, Chifuyu. – murmuró Takemichi

Aunque todos pensábamos igual, Chifuyu era demasiado bueno, sobre todo para alguien como Baji. Trajeron nuestro pedido y, aunque Baji no era mucho de dulces vi como miraba con deseo la tarta que habían traído a Chifuyu, aunque para ser sinceros todos la mirábamos, era lo que mejor pinta tenía de toda la mesa.

- ¿Me das un poco, Chifuyu?

Le brillaban los ojos y estaba demasiado sorprendido de que no se le estuviera cayendo la baba en ese mismo momento. El rubio negó con la cabeza haciendo que Mikey estuviera de morros hasta que Takemichi le tendió su batido de chocolate. Estoy seguro de que si en ese momento en lugar de Mikey le hubiese pedido un pedazo Baji le hubiera tendido el plato entero e incluso se hubiese ofrecido a pedirle otra para él.

A decir verdad, estaba sorprendido de que en ese momento Baji no estuviese implosionando por no poder acariciar el brazo de Chifuyu o alborotarle el pelo o estar simplemente al lado de él. Supuse que quizá era por la intolerancia a la lactosa o que no se encontraba bien o simplemente que no estaba de humor, pero supuse mal. Noté un leve golpe debajo de la mesa y dirigí mi mirada hacía Baji pensando que quizá quería decirme algo, pero mi mejor amigo estaba demasiado ocupado comiéndose con la mirada el postre de quien tenía delante, o a quien tenía delante porque a esas alturas ya empezaba a tener mis dudas. Así que disimuladamente miré por debajo de la mesa descubriendo el lio de pies que había entre ellos dos, los pies de Baji enredaban los de Chifuyu quien entre risas disimuladas se intentaba zafar del agarre para atrapar los del contrario. Tenía las piernas estiradas para no molestar a Takemichi y en ese instante supe que me habían hecho cómplice sin quererlo de lo que fuera que se trajesen entre manos, o entre patas en este caso.

Yo siempre he sido una persona muy chismosa, y en aquel entonces con catorce o quince años os puedo asegurar que lo era mucho más, si había un chisme yo tenía que meter mis narices en él, necesitaba saberlo todo y si además ese chisme era de mi mejor amigo con el nuevo chico que había metido con calzador en mi vida, aún lo necesitaba más.

No fue fácil convencer a Baji para que me acompañase a casa, para empezar necesitaba estar a solas con él si pretendía que me lo explicase, algo que habría sido relativamente fácil antes de la llegada de Chifuyu, ¿pero después? Después necesitaba buscar alguna excusa lo suficiente buena, atractiva y privada para que Baji entendiese que Chifuyu no podía estar presente, porque claro, si lo abordaba diciéndole que quería que me contase lo que estaba pasando entre ellos dos podían pasar dos cosas; la primera, y menos probable, que accediese a contármelo por las buenas, me llevase a su casa me lo contase entre risas y me pidiese que guardase silencio; la segunda era que no volviese a ver la luz del sol en semanas por la paliza que me habría pegado por insinuar si quiera que estaba pasando algo entre ellos dos. Así que si quería que me lo contase necesitaba, estar con él a solas, en un sitio tranquilo donde pudiese bajar completamente la guardia y no le importase abrirse conmigo, buscar un cebo lo suficientemente atractivo para que se diese la situación y estar cerca de una puerta o ventana para tener una huida en caso de que lo tomase a malas. Y tenía el cebo perfecto, solo esperaba que mi mejor amigo fuese lo bastante despistado para no haberse dado cuenta ya por si solo.

Di disimuladamente un golpe en el muslo de Baji y tiré el sobre de azúcar de mi Café al suelo haciéndole un gesto para que se agachara a recogerlo. No era una táctica nueva la habíamos hecho en mas de una ocasión. Pero supongo que el hecho de que nuestras miradas fuesen a parar al suelo hizo que Baji apartase los pies de golpe antes de agacharse a recogerlo a la vez que yo.

- ¿Qué pasa? – susurró.

- Tengo que contarte algo, es sobre los caramelitos, - era el apodo que usábamos para referirnos a Mitsuya y Hakkai sin que los demás lo supieran. El apodo había surgido por un comentario que había hecho Hakkai sobre su capitán, creo, aunque tampoco es que a esas alturas importase mucho. – ¿puedes venir a casa después de esto y te lo cuento?

- Le prometí a Chifuyu que le llevaría a casa en moto, ¿no me lo puedes contar al salir? Nos esperamos un rato y...

- No puede estar Chifuyu.

- ¿Qué? – dijo un poco más alto de la cuenta antes de bajar el volumen. - ¿Por qué?

- Va a ser parte de la Toman, no puede cotillear sobre sus superiores.

- No va a ser parte de la Toman. – respondió frunciendo el ceño, de nuevo con un tono más alto de la cuenta, desde luego ser disimulado y Baji no podían ir juntos en la misma frase si no era para contradecirse.

- ¿Quién no va a ser parte de la Toman? – preguntó Mikey agachándose bajo la mesa, dándonos a entender que sabía que estábamos cotilleando.

- Nadie. – gruñó Baji dedicándome una mirada de disculpa y derrota a la vez. – Últimamente Tora y yo vamos algunas veces a patrullar para ver a los animales callejeros y le decía que eso no va a ser parte de las tareas de la Toman. – aún me sorprende la facilidad que tiene Baji para mentir e inventarse excusas en cuestión de segundos. – Por cierto, Tora, te dejaste el otro día en uno de nuestros patrullajes la sudadera en mi casa, ¿Por qué no vienes a buscarla?

Éxito, la primera parte del plan estaba cumplida. Asentí antes de levantarme con el sobre de azúcar en mi mano. topándome con la mirada inquisidora de Chifuyu quien parecía no haberse tragado nada de lo que acabábamos de decir. Y claro que no, si hay alguien en este mundo más intuitivo que Baji ese es sin duda Chifuyu, sobre todo si quien esta intentando ocultarle algo somos Baji o yo mismo. Hemos pasado demasiado tiempo juntos como para que se le escape algo, y aunque es verdad que en aquella época aún no habíamos pasado tanto tiempo juntos, ya empezaba a darse cuenta de cómo éramos y como actuábamos. Aún así no dijo nada, claro que no, era inteligente, no como nosotros, así que esperó a que acabásemos de merendar, montásemos en nuestras motos y llegásemos hasta el edificio donde vivían Baji y él para sacar el tema que llevaba molestándole tanto rato.

- ¿Por qué no voy a entrar en la Toman? – dijo con el ceño fruncido mientras se quitaba el casco y se lo arrojaba a Baji.

- ¿Eh? – preguntó sorprendido.

- ¿Qué pensáis que soy idiota? Se que de quien hablabais era de mi. ¿Por qué no puedo entrar, Baji?

- Ya lo hemos hablado, porque no.

- O sea que puedo ir a las reuniones, puedo juntarme con vosotros, enterarme de cosas confidenciales, - hizo un irónico gesto de comillas con las manos mientras decía esa última palabra. – pero no puedo ser un miembro oficial, ¿Por qué? Se pelear, Baji, tu mismo lo has comprobado, soy bueno, estoy comprometido con la causa y...

- No. – respondió autoritariamente.

Vi como Chifuyu movía los labios formando un puchero antes de dirigirse hacía mi controlando su ira y su frustración.

- ¿Tú también crees que no valgo para estar en la Toman?

Honestamente si alguien cumplía todos los requisitos para ser parte de la Toman ese era Chifuyu, fuerte, leal, inteligente y ridículamente bueno peleando. Pero Mikey había sido muy claro al respecto, cada división tiene la última palabra sobre sus miembros y por mucho que para mi si encajase en la Toman no podía darle el visto bueno para la primera división, eso solo podía hacerlo Baji.

- Sabes que la última palabra la tiene Kei... - Chifuyu resopló y aproveche que Baji estaba lo suficientemente lejos para no ver como le ponía la mano sobre el hombro y me agachaba para susurrarle algo. – No te rindas, en algún momento cederá y sino siempre te quedarán las otras divisiones.

Le di dos palmadas en el hombro y volví a alejarme justo a tiempo para ver a Baji deteniéndose en las escaleras que conducían al segundo, la planta de Chifuyu, para esperarnos. Suspiró antes de echarse los mechones que le caían en la cara hacía atrás.

- Escúchame, no insistas con la Toman, ¿vale? Estas bien así, puedes juntarte con nosotros y pelar junto a nosotros, no se porque narices quieres ser parte, no estas preparado para luchar en equipo.

- ¡Pero quiero ser tu mano derecha, Baji!

- No necesito a un vice capitán y no necesito estar pendiente de nadie más cuando peleo. Que tú seas mi vice capitán solo me dará más problemas.

Como ya he dicho, Baji era un buen mentiroso, no importaba si Chifuyu era o no parte de la Toman, Baji ya estaba más pendiente de protegerle que de sus propias peleas y desde luego ser su vice capitán no le daría ningún problema adicional. Lo único que Baji no quería era que la gente asociase el nombre de Chifuyu a la Toman, no quería que alguien que estuviese en contra de nosotros le abordase pensando que era un blanco fácil, cosa que no era.

Aún así Chifuyu decidió hacer lo más sensato que podía con Baji, agachar la cabeza y asentir. Baji sonrió antes de acercarse a él y alborotarle el pelo, en estos momentos no sabía que hacer, no era como si pudiese mirarles sin que se sintiese como si estuviese haciendo algo mal, pero si me giraba y les daba la espalda hacia que ese momento pareciera más intimo de lo que probablemente era. Así que simplemente disociaba mirando el suelo y os juro que nunca me habían parecido más interesantes las baldosas del suelo del edificio de Baji y Chifuyu como en aquella época. No se cuanto tiempo tardaron en despedirse, quizá menos de lo que a mi me pareció, el caso es que cuando Baji dejó de mirarle como un lobo a un cordero y desordenarle el pelo, Chifuyu chasqueó los dedos para llamar mi atención y se despidió de mi con un movimiento de mano y una de esas sonrisas suyas que decían más que cualquier palabra.

Subí con Baji tres plantas más, hasta su casa sin apenas cruzar palabra, él estaba muy pensativo y eso, normalmente, no era una buena señal.

- ¿Tú madre está en casa? – pregunté intentando romper un poco la tensión que se había formado entre nosotros durante aquellos escasos tramos de escalera.

- No, trabaja hasta tarde. – resopló metiendo la llave en la cerradura. – Dios, Tora, empieza a preocuparme lo obsesionado que estas con ella.

Cuando abrió la puerta me auto invite a entrar dedicándole una sonrisa.

- Solo bromeó, ya lo sabes, pero no puedes negar que Ryoko es una mujer increíble, amable, buena, divertida y muy atractiva para su edad. ¿Cuántos años tiene?

- Demasiados para que le interese un crio como tú.

- Vamos, Kei, no lo digo por eso. – insistí.

- Treinta y seis.

- ¿Treinta y seis? Joder. – Sentí que me bajaba la presión en ese momento porque con lo guapa y atractiva que era la madre de Baji habría pensado que nos sacaría dieciséis años como mucho. - Te juro que pensaba que era mucho más joven, le echaba como cuatro o cinco años menos.

- ¿Y entonces con cuantos años me habría tenido Sherlock? ¿Con doce? A esa edad las mujeres no pueden tener hijos.

- ¿Qué? – solté un largo suspiro antes de que una sonora carcajada se me escapase de los labios. No sabía si contestar a mi mejor amigo, porque la vida me había enseñado a no discutir con medios días habiendo días enteros, pero su ignorancia me superaba. – Para empezar si tuviera cinco años menos no te habría tenido con doce sino con dieciséis y te aseguro que las niñas de nuestra edad si pueden quedarse embarazadas.

- ¿Cómo has calculado las edades tan rápido? Creía que sacabas malas notas.

- Lo hago, pero se me dan bien las mates, supongo que es de cuando me juntaba con Junpeke y tenía que robarle dinero a mi madre.

- Ya se a quien pedirle ayuda cuando no entienda ni mierdas de lo que explica el profesor.

Baji se dejó caer en el sofá y me miró alzando una ceja, supongo que toda la conversación sobre la madre de Baji me había descolocado del motivo de porque realmente estaba ahí.

- ¿Y bien? – insistió al ver que no había respuesta por mi parte.

Quizá en aquel momento debería haber jugado mejor mis cartas, haber ido con cuidado hacía donde quería en lugar de simplemente lanzar la pregunta que rondaba mi cabeza como un caballo desbocado.

- ¿Qué te traes con Chifuyu?

Baji no respondió, no al menos con palabras en lugar de eso se echó hacia adelante con la ceja levantada y me miró con aquella mirada amenazante. Algo que podía indicarme que era mejor recular que seguir en esa dirección, pero vamos a ser sinceros, nunca he sido muy bueno captando las señales.

- Se que hay algo raro, no actúas igual que siempre cuando estas con él. – arrugó la nariz mientras yo hablaba y sabía que esa era una mala señal, una horrible señal, pero ¿creéis que me callé? No, claro que no, si alguien sabía plantarle cara a Baji ese era yo, aún si tenía las de perder. – Eres diferente, más amable, más cuidadoso más...

- Tora... - insistió para que me callase. Sabía que yo era especial para Baji, sabía que si había alguien con quien odiaba discutir ese era yo. Por eso no le hice caso.

- Pegajoso. Como Mitsuya cuando está con Hakkai.

Y esa, esa fue la frase que me sentenció, porque Baji se levantó del sofá con la fiereza de una pantera y me asestó un puñetazo en el estomago que me dejó unos segundos sin respiración. Tras ese vino otro en la cara que logró tumbarme en el suelo. Ahí creo que fueron cuatro o cinco los golpes que logró asestarme antes de que pudiera reaccionar y pararle. Sus puñetazos siempre han sido como una bola de demolición, por eso estoy seguro que en ese momento no estaba usando toda su fuerza contra mí. La boca me sabía a metal y estaba seguro de que me había partido el labio aún así sonreí, sonreí porque acababa de darme la reacción que esperaba, sonreí porque estaba molesto con él, sonreí porque en ese mismo instante sabía de donde tirar para tensar la cuerda y ayudarle.

- ¿Entonces no estas intentando protegerle haciendo que no se una a la Toman?

- No, Chifuyu sería un estorbo para la primera división.

- ¿Para la primera? – Baji asintió. - ¿Entonces si se une en otra te dará igual?

Baji se apartó molesto de mí, con el ceño fruncido porque sabía que en ese momento habían dos opciones, contradecirse y asumir que efectivamente tenía razón o...

- El puede hacer lo que le de la gana, ya es mayorcito, mientras no me incordie a mi me da absolutamente igual.

O seguir con esa postura y dejar que me saliera con la mía.

- Genial. – dije volviendo a sonreir mientras me ponía de pie. Tenía la boca llena de sangre, el asqueroso sabor metálico invadía todas mis papilas gustativas. – Esta bien saberlo.

Había odio en el rostro de Baji y sabía que no me iba a perdonar por esto fácilmente, pero era demasiado orgulloso como para decirme a la cara como le estaba molestando mi actitud, le importaba demasiado como para empezar otra discusión de la que sabía que se iba a arrepentir, porque Baji discutía siempre con los puños y viendo como me había dejado la cara sabía que si seguía no acabaría bien.

- Vete de mi casa, Tora, antes de que te vea mi madre.

No dije nada, tampoco es que hubiera algo más que decir, aún habiéndome salido con la mía yo también estaba molesto y dolorido. Pero ahora tenía un plan entre manos, un plan que sabía que si salía bien me agradecería toda mi vida. 

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