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Libre [BajiFuyu]

10.

Foxxxyy13

Después del primer mes podía afirmar que mi relación secreta con Chifuyu quizá no estaba yendo tan bien como yo esperaba. O tal vez era yo quien no lo estaba llevando tan bien. Porque, algo que quizá no había tenido en cuenta es que una relación secreta lleva implícito precisamente eso; que nadie lo sepa. Por lo que debía aguantar ver a Chifuyu constantemente en las reuniones de la Toman y desear agarrarle la mano, abrazarle y besarle sin poder hacerlo. Pero el problema real venía cuando quedábamos los dos y aparecía Baji. No podíamos hacer como si algo hubiese cambiado porque sospecharía, y eso era algo que Chifuyu no quería, pero eso hacía que como mucho pudiéramos vernos a solas una o dos veces a la semana, que si a eso le sumabas el hecho de que ninguno de los dos solía tener la casa sola, daba como resultado que en el primer mes nos hubiésemos dado un total de dos besos sin tener en cuenta los que nos habíamos dado el primer día.

Lo que se resumía en que, ser novio de Chifuyu era como ser un amigo al que de vez en cuando le daba un beso, vamos, que noviar con él era lo mismo que ser amigo de Sanzu.

Supongo que él también era consciente de esto, porque de vez en cuando decidía darme algunas muestras de cariño que, aunque no hubiesen llamado la atención si saliesen de alguien como Baji o incluso de mí, si eran atípicas en él.

- Se te están pegando sus extrañas manías. – le dijo un día Takemichi cuando le vio pasarme un brazo por la cintura.

Ese pequeño comentario hizo que saltasen todas las alarmas de Baji quien hasta el momento a pesar de tenerlo frente a sus narices todo el tiempo no parecía haberse dado ni cuenta. Aprovechó para abordarme un día del segundo mes que habíamos quedado en su casa para jugar a videojuegos y Chifuyu tuvo que irse antes porque su madre le había mandado recoger unos encargos. Recordaré toda mi vida la mirada de pantera acechante que me lanzó mi mejor amigo en el mismo segundo que se cerró la puerta. Siempre había oído que él tenía una mirada de esas que son capaces de dejarte congelado en el sitio, y en ese momento sentí en mis propias carnes lo que esa frase significaba. Uno de los colmillos se asomó bajo su labio antes de entonar la frase que supe que había querido decirme desde hacía demasiado tiempo.

- ¿Qué te traes con Chifuyu?

- ¿Qué? – pregunté mientras ocultaba una sonrisa por como habían cambiado las tornas.

- ¿Crees que soy imbécil?

- ¿Tengo que responder?

- Tora... - resopló.

- ¿Por qué preguntas? Estamos como siempre.

- Crees que soy imbécil. – gruñó, mientras pausaba el juego haciéndome protestar. – En primer lugar llevas unas semanas sin lloriquear sobre no saber si a Chifuyu le gustan o no los chicos, lo cual es raro porque antes de eso parecía ser el único tema que sacabas cada vez que él abandonaba la habitación.

- Bueno, eso es porque me he dado cuenta de que tengo que respetar sus tiempos.

Baji resopló mientras alzaba las cejas y torcía el labio, una mala señal si me preguntáis, porque eran los gestos que solía hacer minutos antes de perder el control. Mi sorpresa fue cuando en lugar de golpearme o levantarse hecho una furia, volvió a mirarme de esa manera intimidante.

- A otro perro con ese hueso, Tora. No eres tan considerado y, aunque de repente fueras la persona más amable con Chifuyu, él tampoco actúa igual contigo. Se que ha pasado algo.

- ¿Le has preguntado a él? – Baji negó. – Pues quizá deberías hacerlo.

- Te lo estoy preguntando a ti, eres mi mejor amigo.

- ¡Y yo te respondo por mi! No ha cambiado nada, me sigue gustando Chifuyu con cada poro de mi piel, - estaba enfadado, muy enfadado, porque yo decía la verdad. Yo estaba haciendo lo que debía y por mucho que quisiese, desease,  decirle que estaba saliendo con Chifuyu no podía, no dependía de mí y sabía que si era él quien seguía insistiendo se lo acabaría contando. – si algo ha cambiado en la manera de actuar de Chifuyu deberías preguntarle a él, no ir asumiendo cosas que seguramente no son.

Me levanté enfadado notando como Baji me seguía hasta la puerta ni siquiera me puse los zapatos, salí de ahí descalzo y no me detuve para ponerme los zapatos hasta que no llegué abajo y vi como un hombre mayor me miraba como si fuese un desgraciado. Mirándolo en perspectiva sé que no actué de la manera correcta, pero en aquel entonces estaba intentando ser mi mejor versión con Chifuyu y el universo entero parecía estar actuando en mi contra para que cometiese cualquier error.

Estaba enfadado con todo y con nada a la vez, todo seguía yéndome bien lo único que no parecía estar saliendo como quería era que me moría de ganas por dar un paso más con Chifuyu y cada vez que parecía que eso podía pasar, retrocedíamos.

Después de ese día empezaron a complicarse un poco las cosas. No se que hablaron Baji y Chifuyu pero imagino que Chifuyu pudo sincerarse al completo con él, lo que les permitió volverse más cercanos si cabía, algo que me ardía por dentro. No por celos, nunca fui una persona celosa ni siquiera en esa situación, sino porque a pesar de todo por mucho que Baji lo supiera, Chifuyu continuaba actuando distante aún si estábamos solamente los tres. Estuvimos dos o tres semanas después de eso exactamente con la misma dinámica, en la que nuestra relación era exactamente igual a cuando éramos solo amigos a excepción de algún beso que lograba robarle cuando le dejaba en su casa en moto, por lo que fue una señal divina que la madre de Chifuyu decidiera irse un fin de semana entero. Estábamos en una cafetería cuando me lo dijo.

- ¿Se va de verdad?

- El viernes por la tarde. – dijo sonriendo. – Y no volverá hasta el lunes de madrugada.

- ¿Todo el fin de semana?

- Todo.

- ¿Y cuál es tu plan? – pregunté acercándome más a él procurando no tirar nada de la mesa.

- El viernes le he prometido a Takemichi que les ayudaría a estudiar a él y a Hakkai para los exámenes, pero el sábado si queréis podemos bajar la consola de Baji, jugar hasta tarde y luego cuando él se vaya te quedas a dormir.

- ¿Solo a dormir? – pregunté insinuante.

- O a no dormir.

- Ese plan me gusta más. Tengo bastantes ganas de ti, Fuyu.

Fue en ese momento cuando vi la primera pista de que algo no iba bien, cuando Chifuyu en lugar de contestarme como hacía siempre o bromear, solo me dedicó una sonrisa culpable.

Antes de eso hubiese contado las horas y los minutos que nos faltaban para vernos como si fuese el evento del siglo, pero después de esa sonrisa solo podía darle vueltas a que es lo que le podía estar pasando a Chifuyu. Hice una tabla con los supuestos más extraños e improbables que existían intentando averiguar que se me podía estar escapando, porque la respuesta obvia estaba tan delante de mi que me costaba hasta verla.

El sábado, llegué allí antes de que bajara Baji, atrapando a Chifuyu limpiando la casa. Cuando me vio en la puerta me dedicó una enorme sonrisa sincera y me besó, me besó como si fuese la cosa que más deseaba en el mundo. Me quité los zapatos estando de pie por no romper el beso y tuve que conducirlo con suavidad hasta el sofá porque si seguíamos besándonos así estando de pie no estaba muy seguro de que perdiera el equilibrio. Chifuyu se sentó en mi regazo mientras me besaba con mucha pasión, haciendo que todas las dudas que había tenido durante la semana desaparecieran por completo. Fue cuestión de instantes que colase su mano bajo mi camisa y recorriendo dulcemente mi abdomen. El tiempo que tardó en desabrocharme uno por uno todos los botones, fue demasiado angustioso, amaba la camisa que llevaba puesta pero llegué a desear que tirase de ella y me la arrancase de golpe. Pero no lo hizo, es mas cuando llegó al último botón y lo desabrochó no la quito del todo si no que la hizo a un lado hacia mis hombros y me observó desde su sitio privilegiado. Como si fuera lo más perfecto del mundo, como si nunca hubiese visto mi cuerpo antes.

Alzó la mirada de la manera más atractiva que había visto nunca y volvió a abalanzarse contra mi boca, apretando su cadera contra mí. En aquel entonces no estaba pensando en condiciones, no estaba pensando en absoluto, porque si lo estuviese haciendo hubiese notado alguna cosa rara en la manera de actuar de Chifuyu y en como parecían haberse aclarado todas sus dudas de repente, y no se que hubiese pasado o cuanto nos habríamos arrepentido si Baji no hubiese picado a la puerta interrumpiéndonos en ese preciso instante. Aunque en aquel momento le odié, le odié con toda mi alma.

- Tengo que abrir. – murmuró contra mis labios dándome un último beso.

- ¿Y si le decimos que nos ha salido un imprevisto?

Sonreí contra sus labios pero el solo negó con la cabeza y se levantó del sitio tan privilegiado que tenía para abrir la puerta. Baji estaba apoyado contra el marco sosteniendo una caja de cartón. Creo que gruñó algo sobre lo que había tardado en abrir, pero estaba demasiado molesto como para prestarle atención.

- ¿Tienes calor Tora? – dijo entre risas cuando me vio con la camisa completamente desabrochada, no me había molestado en abrocharla, era mi absurda manera de marcar territorio en aquel momento.

- Si, - se apresuró en decir Chifuyu. – no quería encender el ventilador porque yo estoy bien, así que le he dicho que si quería se la quitara.

No se si ambos obviaron la tensión inusual que había en ese momento en mis pantalones o si decidieron no mencionarla para no volver el momento más incómodo. Lo único bueno de aquello es que pude pagar mi frustración con los videojuegos. Pedimos pizza para cenar y, un poco más tarde de lo que a mi me gustaría Baji empezó a bostezar.

- Bueno, pareja, creo que va siendo hora de que me vaya.

- ¿Tan pronto? – preguntó el dueño de la casa y crucé todos los dedos cruzables para que no le dijese que se quedase a dormir.

- Si, le prometí a mi madre que mañana madrugaría para llevarla a ver a una amiga. – me dirigió una de sus sonrisas cómplices. – Ahora que Tora no se ofrece para hacerlo tengo que hacerlo yo.

- Tu madre siempre ha preferido que la lleves tú.

- Bueno siempre se queja de que conduzco muy rápido, dice que contigo va más segura. Pero ya le dije que tenías otros planes y que si puede llegar en cinco minutos, ¿para que quiere llegar en quince?

- Ve con cuidado, ¿si? – protestó Chifuyu mientras le acompañaba a la puerta. – Gracias por venir, Baji.

- Gracias por invitar. Más os vale no ser demasiado escandalosos, que mi ventana esta justo encima y quiero seguir mirándoos a la cara.

Le levanté el dedo de en medio mientras sacaba la lengua y pude ver como Chifuyu solo suspiraba. Me levanté del sofá de manera que parecía que lo hacía por educación, para despedirme de Baji, pero la realidad era muy diferente porque en el mismo instante que cerró la puerta atrapé los labios de mi pareja entre los míos.

- ¿Por dónde íbamos? – pregunté desabrochándome de nuevo la camisa que me habían obligado a abrocharme. – Ah si, por aquí.

La dejé caer en el suelo mientras veía como una sonrisa divertida se escapaba de sus labios.

- Aquí no. – susurró llevándome de la mano hasta su cuarto mientras apagaba la mayoría de las luces a nuestro pasó.

Me tiró contra su cama volviéndose a colocar el encima y se deshizo de la camiseta, dejándonos en igualdad de condiciones. Recorrí con la yema de mis dedos cada centímetro de su abdomen, quizá estábamos avanzando los pasos de dos en dos o de tres en tres, pero cuando le hice un gesto para quitarle los pantalones el no objetó y me dejo hacerlo. No me lo pidió pero yo también me deshice de los míos. Supongo que fue un movimiento auto reflejo o quizá buscaba que Chifuyu notase como me ponía, no lo sé. Solo sé que mis manos no estaban quietas mientras acariciaban todo su cuerpo pero  las suyas se movían bastante estáticas sobre mi pecho. No sé qué pasó antes, sí que Chifuyu escondiese la cabeza en mi cuello y empezase a darme besos o que yo colase la mano en su boxer y descubriese que algo no estaba yendo como debería. Tal vez yo estaba más duro de la cuenta por cómo había anhelado ese momento, pero Chifuyu no lo estaba en absoluto y tenía el presentimiento de que no tenía nada que ver con los nervios. Algo no iba bien.

Saqué mi mano de ahí y le acaricié la espalda con dulzura. Notando como empezaba a darme los besos por el cuello más lentamente.

- Fuyu, ¿va todo bien? ¿Estoy haciendo algo mal? - él solo negó con la cabeza y no supe a cuál de las dos estaba reaccionando así que volví a preguntar esta vez dejando más margen entre preguntas. - ¿Va todo bien?

Esta vez no hubo respuesta por su parte, solo un beso mucho más ralentizado que los anteriores. Así que saqué mi mano de su espalda y con sumo cuidado levanté su barbilla hacía mi para besarlo. Mi sorpresa fue que, al alzarle la cabeza, aquellos preciosos ojos azules que esperaba encontrarme estaban inundados en lágrimas. Sentí como se me apretaba el corazón, porque lo primero que pensé fue que eso lo había provocado yo y mi necesidad de ir a mi ritmo en lugar que el de la otra persona.

- Lo siento. – murmuré rodeándolo con los brazos e incorporándome para darle un beso en la frente. – Lo siento mucho, Chifuyu, soy horrible, perdóname.

Le apreté con fuerza contra mi pecho, sintiendo una mezcla de impotencia y rabia. Odiaba la imagen que tenía frente a mi y yo era el único que la había provocado. Fui a volverme a disculpar y apretar a Chifuyu más contra mi pecho cuando el se revolvió.

- ¿Por qué te disculpas? – gritó con rabia. - ¡No has hecho nada mal, soy yo! ¡Yo!

- Fuyu, no, escucha, no te culpes tú no... no debía haber ido tan rápido, perdóname.

- No lo entiendes, Tora. – sollozó. – No tiene nada que ver con eso. Joder, es que mírate, eres increíble, soy yo.

Chifuyu salió de mi regazó y automáticamente yo también me incorporé junto a el pasándole un brazo por encima para rodearle. Le apreté contra mi sintiendo como intentaba revolverse para al final sucumbir sollozando con fuerza contra mi pecho.

- No tienes que culparte por nada. Estoy aquí no me iré. Si no te sientes cómodo podemos hablarlo y retroceder varios pasos.

- No es que no me sienta cómodo, Tora. Lo hago, siempre me he sentido cómodo junto a ti y no vamos demasiado rápido de verdad que me gustaría que mi primera vez fuera contigo pero...

- ¿Pero?

- No quiero perderte.

Noté el dolor en sus palabras y fue como si un tarro de agua fría me cayese encima, lo había tenido tan cerca de mis narices que no me había dado ni cuenta. Le apreté más contra mí, quizá porque me gustaba mucho en ese momento priorizaba su felicidad sobre la mía o quizá porque sabía que lo que había entre nosotros no iba a salir bien y que alargarlo y forzarlo solo iba a mermar nuestra amistad.

- No vas a perderme por esta tontería. – le alcé la cabeza para obligarle a mirarme a los ojos. – Escúchame Fuyu, cuando me declaré me dijiste que no sabías que necesitabas ni que te gustaba pero que querías intentarlo. ¿Lo recuerdas?  – el asintió. – Lo hemos intentado, ¿verdad? Y no está yendo como nos gustaría, ¿quieres que volvamos a como estábamos antes? – Silencio. – Fuyu, necesito que seas sincero, ¿quieres que retrocedamos algunos pasos o que volvamos a ser simplemente amigos?

- No lo sé, Tora, no quiero hacerte daño.

- Me haces más daño si decides tirar todo por la borda intentando algo que ambos sabemos que no va a salir bien. – Se apretó contra mi pecho con fuerza y noté como sus lágrimas seguían brotando.

- ¡Te quiero mucho, Tora! – gritó con impotencia contra mi pecho.- ¿Por qué no puedo quererte de la manera que debería? ¡¿Por qué no pueden ser las cosas más sencillas?!

Noté como el nudo de mi estomago se apretaba un poco más, porque la masa de nervios que lloraba sin consuelo contra mi pecho era culpa mía, igual que sabía que debía ponerle fin antes de que nos dirigiésemos a un punto de no retorno y perder también su amistad. Hice una valoración prácticamente al instante y supe que si el no iba a hacerlo yo sería quien debía tomar la decisión.  Y tenía claro cual iba a tomar.

- Si me das un último beso volvemos a ser solo amigos.

- ¿Qué? – preguntó alzando la cabeza desde mi pecho, con cierta confusión.

- Un beso de despedida, nada más.

- ¿No te dolerá?

- Me dolerá más perderte por completo y es lo que pasará si seguimos intentando algo que no puede funcionar.

Chifuyu me abrazó fuerte y me dio un beso tierno y dulce que hizo que me doliera el corazón. Dolió pero no hay ni un solo día que me arrepienta de la decisión que tomé, es más, si volviera atrás haría exactamente lo mismo. Cuando nuestros labios se separaron fingí la mejor sonrisa que pude e intenté que no se notara lo mucho que me escocía ese momento antes de hacer una pregunta de la que ya sabía la respuesta.

- ¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba Kei?

Tuve que mentirle varias veces diciéndole que ni me dolía ni me molestaba que me hablase de ello. Era una decisión que había tomado muchas veces con la almohada, si a alguno de ellos le gustaba el otro yo renunciaría.

Aquella noche no dormimos nada, no por los motivos que me gustaría, pero al menos pude notar como desaparecía el dolor que sentía y como mi amistad con Chifuyu no solo volvió a ser lo que era si no que se reforzó mucho más. 

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