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El campo de batalla no perdona dudas ni titubeos
La estrategia estaba trazada con toda la astucia posible.
Colocamos almohadas en las literas para simular nuestros cuerpos, mientras algunos se ocultaban en las camas superiores, listos para atacar desde arriba. Otros nos escondimos en las literas inferiores, preparados para emboscar al enemigo.
-Oye...-Escuche la voz de In-ho, que se había acercado donde yo disimuladamente estaba haciendo una persona con almohadas-¿Cómo estás?
Sabía a qué se refería.
-Bien...Con un poco de calor pero bien-Intento bromear
-de verdad siento lo que...
-Tranquilo, fue un accidente.
-Pensaba que estabas enfadado
-No es algo que tú controles, y mucho menos aquí.
La cuenta regresiva comenzó:
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
Oscuridad total.
Que sea lo que Dios quiera
Callate.
El silencio fue interrumpido por el sonido de pequeñas patas corriendo debajo de mi cama. Esperé que fuera Jun-hee, quien tenía la orden de esconderse primero. Un aleteo resonó, seguido por el crujir de huesos debido a las transformaciones.
Mi corazón latía con fuerza.
Finalmente, me tocó meterme debajo de la cama.
Recé a cualquier dios que existiera para que todos tuviéramos tiempo suficiente, pero al escuchar un grito proveniente claramente de uno de los nuestros, supe que no habíamos sido lo suficientemente rápidos.
Tus estúpidos dioses son como los que disfrutan de estos juegos.
Un búho ululó en la oscuridad.
Aunque pueda parecer extraño, sentí que estaba alertando sobre enemigos ocultos en algunas literas. Mire a mi lado, un pequeño hurón blanco temblaba.
-Tranquilo...-le susurré, acariciándolo por unos segundos-Estaremos bien.
Los sonidos de la batalla llenaban el aire: gruñidos, alaridos. Decidí que era mi momento de actuar. Tras la transformación, me lancé velozmente en busca del enemigo. Habíamos memorizado los animales y colores de cada uno, incluso nos habíamos olido para reconocernos, aunque ahora todo olía a caos.
Divisé a un lobo dorado persiguiendo a Jun-hee, quien subía rápidamente por las literas. Ese lobo era más pequeño que yo; lo perseguí y no me lo pensé antes de morderle una pata con fuerza tirando hacia atrás, y después buscando otra de sus patas para romperse la de un mordisco, obligándolo a huir hacia su bando.
De repente, un león apareció frente a mí. Era más grande, y supe que la situación no pintaba bien. Para empeorar las cosas, un leopardo se unió a su lado. Aunque podría enfrentar al leopardo, mi prioridad era escapar...Pero entonces, Jung-bae saltó desde lo alto sobre el leopardo, brindándome unos segundos cruciales para atacar el cuello del león. Sin embargo, el león me estrelló contra las literas, aplastándome contra los hierros.
No puedo evitar soltar un chillido de dolor.
Eres idiota...Me dice mi omega. ¡No seas impulsivo! Nos matarás. Deja que yo tome el...
En ese instante, una sombra se abalanzó sobre el león: In-ho. Lo reconocí por su característico olor a menta, una menta que indicaba que estaba listo para destrozar. Ellos se enzarzaron en una feroz pelea.
Ya le daré las gracias después.
Yo me centré en ayudar a Jung-bae, quien intentaba intimidar al leopardo con su pelaje erizado y bufidos.Sin pensarlo, me lancé contra el leopardo. Rodamos sobre un colchón y caímos separados. Rápidamente, me abalancé sobre su cuello, advirtiéndole que no estaba advirtiéndole nada.
Dae-ho
El dolor en mis costillas es un recordatorio constante de las dos peleas anteriores; un lobo me ha mordido con fuerza, y cada respiración es una punzada de agonía. Deseo con todas mis fuerzas que mi regeneración sea más rápida.
No vamos a morir.
Deja que tome el control
No...Yo puedo seguir.
No tengo tiempo para lamentaciones.
Puedo hacerlo yo...
De repente, una pantera se abalanza sobre mí con una agilidad y fuerza impresionantes.
¡Deja que me encargue yo!
¡NO!
Rodamos por el suelo, una maraña de garras y colmillos. Siento sus garras rasgando mi piel, pero logro morder su hombro, arrancándole un gruñido de dolor. La lucha es encarnizada; ambos buscamos una apertura para asestar un golpe decisivo.
En medio de este enfrentamiento, un destello blanco surge de debajo de las literas. Es un zorro, su pelaje inmaculado destaca en la penumbra. Reconozco el olor 125, se lanza mordiendo el cuello de la pantera. La pantera, sorprendida, sacude su cuerpo y logra desprenderse del zorro, lanzándolo a un lado.
Aprovechando la distracción, la pantera fija su atención en otro de los nuestros y comienza a perseguirlo, olvidándose momentáneamente de mí.
Ese era 230...
Agradezco mi gran memoria olfativa.
Me recupero rápidamente cuando Veo a Min-su luchando contra un mono que no tiene nada que envidiarle al tamaño del gato de Jung-Bae tira de su cola para sacarlo de debajo de las literas.
Sin dudarlo, corro hacia ellos. El mono, al percatarse de mi acercamiento, intenta huir, pero logro agarrarlo por la cola. Y con fuerza lo lanzo contra una de las paredes, escuchando el impacto sordo de su cuerpo contra esta.
Jun-hee
Un día me enamoré de un hombre que, después de decirme que bajaría la luna para mí, decidió que lo mejor era abandonarme
E
n medio del caos, me esfuerzo por mantener la calma. La oscuridad es casi total, interrumpida solo por destellos de movimiento y el sonido de cuerpos en lucha.
Mi respiración es rápida, pero intento controlarla porque sé que también estoy desprendiendo mucho de mi olor.
El suelo frío bajo mi cuerpo me recuerda lo vulnerable que estoy, especialmente en mi estado.
De repente, una leona se abalanza hacia mí, moviendo la litera bajo la que me escondo. Mi corazón se acelera aún más. Con esfuerzo, me deslizo hacia la litera contigua, pero ella es persistente. Siento su aliento caliente y su furia dirigida hacia mí. No puedo seguir huyendo
Tengo que defenderme.
Cuando su hocico se acerca demasiado, reúno el valor y la muerdo con fuerza. Tiro de ella hacia mí, intentando demostrar que no soy una presa fácil. Sé que ha percibido mi estado, y eso la impulsa a atacarme con más fiereza. Mi vientre abultado dificulta mis movimientos, y soy consciente de que esta postura y el esfuerzo pueden no ser lo mejor para mí ni para mi bebé.
Ya estoy yo rezandole a tus estúpidos dioses para que no nos pongamos de parto.
En ese momento, un gato malva irrumpe en la escena, distrayendo a la leona. Pero da igual porque el gato también viene a por mí. Aprovecho la oportunidad para escapar, corriendo lo más rápido que puedo, aunque siento que mis patas resbalan en el suelo. La adrenalina me impulsa, pero también me recuerda mis limitaciones.
Entonces, lo veo.
Myung-gi, sujeta a una hiena más joven por el cuello. Ella se retuerce y finalmente se aleja, rodando por las escaleras en su intento de huir. Sin pensarlo, me deslizo bajo su cuerpo, buscando refugio y protección.
Mi perseguidor se detiene en seco al ver a Myung. Pero resbalo suficientemente cerca para que pueda pillar a mí perseguidor por una pata y lo lanza contra las camas con una fuerza que hasta siento pena por él.
Agradecida, me asomo por sus patas delanteras y, cuando él agacha la cabeza para asegurarse de que estoy bien, le lamo suavemente el hocico en señal de gratitud. Luego, vuelvo a esconderme bajo las literas, intentando recuperar el aliento y proteger a mi bebé de cualquier peligro.
Kim-young. 095
Te lo dije, nada como coger una debilidad y hacer de la tu mayor fortaleza.
El aire está cargado de un hedor metálico; la sangre impregna cada rincón. Mis patas tiemblan mientras me deslizo entre las literas, buscando desesperadamente un refugio.
Los gruñidos y alaridos resuenan a mi alrededor, cada sonido más aterrador que el anterior.
Vamos a morir.
Porque yo no sé cómo voy a defenderme.
Me detengo un instante, intentando controlar mi respiración entrecortada. El miedo me paraliza, pero sé que quedarme quieta no es una buena opción. Avanzo con cautela, mis sentidos agudizados, alerta ante cualquier movimiento.
De repente, un rugido cercano me hace saltar. Mi corazón late con fuerza, amenazando con delatar mi posición. Me acurruco aún más, deseando ser invisible, mientras las sombras danzan a mi alrededor, proyectadas por la tenue luz que se filtra.
Cada segundo se siente eterno.
¿Y los guardias en serio van a dejar que nos matamos entre nosotros antes de las votaciones?
A ellos no les importamos
El instinto me dice que siga adelante, que encuentre un lugar más seguro, pero el terror me mantiene anclada. Finalmente, reuniendo el poco valor que me queda, me deslizo hacia una esquina más oscura, esperando que la oscuridad me proteja de los horrores que acechan.
Quería ayudar.
Ser valiente como los demás.
Pero sentía una presión en el pecho que me impedía respirar....
Mis costillas parecían estar siendo aplastadas por una fuerza invisible. Intentaba inhalar profundamente, pero el aire apenas llegaba a mis pulmones.
Mis manos temblaban incontrolablemente, y las lágrimas nublaban mi visión. Sabía que debía moverme, hacer algo, aunque fuese poco, pero mis músculos no respondían.
Era como si mi cuerpo se hubiera convertido en piedra, inmóvil y frío.
La culpa y la vergüenza se mezclaban con el terror.
456... Nos ha dicho que si no somos capaces de ayudar que mejor nos escondamos.
Que no pasaba nada...
Mis compañeros estaban luchando por sus vidas, y yo... yo solo podía quedarme aquí, paralizada, siendo una carga más.
El miedo me había robado la voluntad, y en ese momento, odiaba mi propia debilidad más que a cualquier enemigo.
Gi-hun
La alarma resonó abruptamente,interrumpiendo el caos que nos envolvía. Los guardias irrumpieron en la sala, disparando al aire y ordenándonos detenernos.
Obedecí, intentando calmar mi respiración agitada mientras buscaba con la mirada a mis compañeros. La penumbra y el olor metálico de la sangre dificultaban la identificación; solo distinguía siluetas de animales heridos y escuchaba gemidos de dolor.
Estarán bien.
Un sonido familiar captó mi atención: el ulular de un búho. Levanto la vista hacia la derecha y encuenteo los ojos penetrantes de 044, observándome desde lo alto. Un escalofrío recorre mi espalda al ver la sangre en sus garras.
Salta estoy seguro de que llegas a darle una sacudida.
Reprimo mis ganas de hacerlo y miro al frente.
Los guardias se llevan tres cadáveres, y un nudo se forma en mi estómago.
El recuento de votos se realizará en orden inverso, del 1 hacia atrás. Hemos perdido a dos de los nuestros, mientras que ellos solo han perdido a uno. Los que votaron por el círculo celebran con vítores, regocijándose en las muertes y en la perspectiva de más violencia, sin importarles quién caiga, ya sean de los suyos o de los nuestros.
De vuelta en nuestras formas humanas, nos reagrupamos en nuestro lado asignado, mientras ellos hacen lo propio.
-¿Cómo estás?-le pregunto a In-ho, sentándome a su lado-Ya sabes...Te has enfrentado a un león, nada menos.
-Estoy bien-responde, asintiendo-Además, mi regeneración es rápida.
-Me alegra oír eso-digo, y con mi rodilla empujo suavemente la suya en un gesto cariñoso y gratitud.
Su aroma a chocolate y menta me envuelve, más dulce de lo que he olido desde que lo conozco.
-Voy a ver cómo están los demás-anuncio tras unos segundos, levantándome y dirigiéndome hacia las literas.
Entre las filas de camas, encuentro a Dae-ho conversando animadamente con 125, quien parece avergonzado y nervioso, pegado a la pared. Dae-ho me cuenta cómo Min-su le ha salvado, y no puedo evitar soltar una risa por su relato.
-¡En serio! ¡muchas gracias, colega!-Y con toda la confianza del mundo lo revuelve el pelo.
No escucho a mí Omega.
¿Estás bien?
Estoy descansando.
Subo las escaleras y veo a Jun-hee tumbada, visiblemente cansada. A su lado, 333 parece estar montando guardia.
Uno de esos tendríamos que habernos buscado cuando estábamos en el insti.
Vete a dormir.
-Hola...-digo, sentándome en la litera enfrente de ellos-¿Cómo estás?
-Agotada...-Me dice ella con una pequeña sonrisa.
-¿Te duele algo?-Ella niega con la cabeza y cierra los ojos.
-¿Sabes quiénes eran los que han muerto?-Me pregunta.
-No...-Respondo.
-Siento que esto ha sido para nada...-Dice ella.
-Yo también...
-Haz el bien y el bien te seguirá; haz el mal y el mal te alcanzará-Dice 333
Creo que lo dice por experiencia
¡Duérmete ya!
¡Me has despertado tú!
Miro a 333 y le agradezco en silencio.
Escucho a mi lobo bostezar.
Hace mucho no gastamos tanta energía.
Yo tambien me he sentido raro al cambiar.
Tenías que haberme dejado tomar el control.
Se perfectamente cómo eres
Me tomaré eso como un piropo.
Finalmente, me siento junto a Jung-bae.
-¿Cómo estás?
-He estado mejor-responde-¿Y tú?
-Estoy bien...Agotado.
-¿Te acuerdas cuando una vez te transformaste por accidente y me perseguirte por todo el parque?
-Por supuesto. Gracias a mí te transformaste por primera vez.
-Es un trauma para mí.
-No lloriquees ahora.
Desde mi infierno se me hace muy dificil alcanzar a tocar tu cielo, será esa tal vez la razón por la que mori en tu nombre y tu viviste en el mío.
Navego entre mis sueños, y en ellos, Sang-woo y yo estamos juntos.
A veces lo echo de menos.
Cada vez que pienso en él, sé que no tomó las mejores decisiones, pero no puedo odiarlo.
Es un peso en el alma que creo que siempre estará ahí.
El luchón por su supervivencia...
Mirando hacia el pasado
...creo que en cierto punto, creo que llegamos a gustarnos. Hubo celos de su parte y de la mía, discusiones...
Pero creo que mis 19 años y los suyos fueron simplemente eso: cosas de adolescentes entrando en la adultez y con miedo a perdernos.
Una vez nos emborrachamos... y bueno, pasó lo que pasó. Ninguno de los dos dijo nada al respecto, y seguimos como buenos amigos.
Jung-bae se burlaba de nosotros cuando éramos pequeños, diciendo que acabaríamos casados y con seguramente cuatro hijos.
Qué equivocado estaba.
Nunca esperé que, por ser un alfa, algún día me tratase como alguien inferior. No sé... fue una época seguramente mala para él, porque también se enfadaba con los demás sin motivo aparente. Y así es como nos acabamos distanciando, aunque luego él nos pidió perdón. A mí, sobre todo... incluso me regaló mis dulces favoritos.
218.
Ese era su número.
Es algo que creo que no olvidaré nunca.
A pesar de todo, no puedo evitar sentir una profunda tristeza por cómo terminaron las cosas entre nosotros.
Los recuerdos de nuestra amistad que se cuelan en mis sueños y los momentos compartidos se mezclan con el dolor de su pérdida y las decisiones que tomó.
Es un vacío que llevo conmigo...
Una herida que el tiempo no parece sanar...
Él nos hubiese matado...Fue lo que dijo mi Omega.
Vamos a casa
Gi-hun, perdón
¡Sang-woo, Sang-woo!
No hables, no hables
Mi mamá. Ve...mi mamá...Dile que la quiero.
¡EL IBA A MATARNOS!
Despierto con una sensación de melancolía, deseando que las cosas hubieran sido diferentes, que hubiéramos encontrado una manera de salvar nuestra amistad y evitar el destino que nos separó para siempre.
Tú ya le habías ganado...
El también quería volver a casa...
-¿Estás bien?-giro rápidamente la cabeza y me encuentro con In-ho que seguramente esté montando guardia.
-Sí...Bueno, no, un mal sueño.
-Sí...Las pesadillas son de las peores cosas que puede crear tu mente.
-Sí-Digo levantandome de la cama, quitándome la chaqueta, y sentándome junto a él.
Creo que más cerca de lo necesario...
-¿Y qué has soñado?
Me tomo mi tiempo para responder.
-Es....sobre un amigo que también estuvo aquí.
-¿De mucho tiempo?
-Desde que éramos niños
-Oh...Lo siento.
-Sang-woo no era perfecto pero merecía volver a casa
-Pero entonces hubieses muerto tú.
-Quizas tendría que ser así.
-No creo...-Mis ojos viajan hacia su perfil que sigue mirando al frente-A Sang-woo no lo conocí, pero a ti sí. Eres alguien que merece vivir. Estoy seguro de que tú amigo no hubiese vuelto para detener los juegos.
-Gracias...-Digo y vuelvo a pegar mi rodilla a la suya, y noto como el empuja la suya también suavemente contra la mía.
No esperaba que pudiese controlar mi celo estando con tantos alfas a mi alrededor.
Ya tienes suerte de que yo si sepa.
¿Crees que esto nos afecte más adelante?
Sí...
Mierda...
Siempre podemos pedirle ayuda otra vez.
Esa broma no tiene gracia
¿cuando he dicho yo que era una broma?
Si alguna vez pierdo el control, sé que mi bestia será la que quede en pie.
Los guardias nos llevan a una nueva sala que, para nuestra sorpresa, se asemeja a una vasta selva tropical. La vegetación es densa, con árboles de copas frondosas que se entrelazan formando un dosel casi impenetrable. Lianas cuelgan desde las alturas, y el suelo está cubierto de helechos y musgos que apenas dejan ver la tierra. La humedad es palpable, y el aire está impregnado de aromas terrosos y vegetales. Nos encontramos en un claro circular, rodeados por esta exuberante naturaleza que parece sacada de lo más profundo de la Amazonia.
Una voz robótica interrumpe nuestra contemplación, anunciando el siguiente juego: el "pilla pilla". Las reglas son claras:
Equipos: Dos contra dos.
Forma: Jugaremos transformados en animales.
Objetivo: Un equipo hará de cazadores y el otro de presas. Las presas deben llegar a una meta situada al otro extremo de la selva en un tiempo máximo de 20 minutos.
Eliminación:
Si las presas son capturadas, serán eliminadas.
Si las presas alcanzan la meta, se salvan, independientemente de si llegan juntas o por separado.
Si los cazadores no logran capturar a nadie, también serán eliminados.
Si ninguna presa llega a la meta y ningún cazador atrapa a una presa, todos serán eliminados.
Las parejas se asignarán aleatoriamente mediante un ordenador.
La incertidumbre se apodera de mí al pensar que podría enfrentarme a mis propios amigos. Los números comienzan a aparecer en la pantalla, formando las parejas:
056 y 099
002 y 300
222 y 333
456 y 001
Al ver mi número junto al de In-ho, respiro aliviado. Nos colocamos junto a los demás equipos asignados.
-Todo saldrá bien-me susurra In-ho, inclinándose hacia mí.
Los emparejamientos continúan hasta que todos tienen pareja, excepto una persona que será la encargada de registrar los resultados en una gran pizarra.
Hyun-ju. 120
No esperes que las cosas sean más fáciles, más simples, mejores.
La vida siempre será complicada. Aprende a ser feliz, ahora.
De otra manera, te quedarás sin tiempo
Maldigo mi suerte cuando me asignan como cazadora en la primera ronda, enfrentándome a Kim-young.
La respiración se me corta, pero como sargento de fuerzas especiales, mi mente rápidamente elabora una táctica. Debo atrapar a su compañero;lamentablemente, mi propio compañero me importa poco en este momento.
Estás deseando volver a casa solo para quedar con ella.
Es mi amiga.
Casi te vuelves loca cuando pensaste que habías perdido en el juego anterior.
Ella no merece morir aquí.
Por eso has pulsado la X
Sí.
Por ella.
Voy a ignorarte.
Observando a mi alrededor, noto que el compañero de Kim-young es un lobo, al igual que mi compañero. Es probable que el evite enfrentarse a otro lobo, buscando protegerse.
Irá a por Kim-young.
Es la presa fácil.
Ellos tienen cinco segundos.
Cosa que me alegra
Al sonar la señal, nos lanzamos en pos de nuestra presa. Mi entrenamiento en combate cuerpo a cuerpo y tácticas de combate me guía mientras rastreamos al lobo enemigo.
¿Quieres que me encargue yo?
¿Me juras no matarlo?
Lo juro
La persecución es intensa.
A mí tigre le gusta jugar con la presa, cosa que cuando perdía el control en mi adolescencia era un problema.
¡Deja de jugar! ¡Se nos acaba el tiempo!
El lobo demuestra agilidad y resistencia, pero finalmente logro acorralarlo.
Mordiscos.
Arañazos
Sangre.
Todo eso es en vano, porque consigo colocar todo mi peso sobre él. El lobo se revuelve, pero mantengo la presión hasta que deja de resistirse.
De repente, un disparo resuena en la selva; el lobo se desploma, y un charco de sangre se forma bajo su cabeza.
Joder...Está gente no tiene escrúpulos.
¿Todavía tenías dudas?
Quedan diez minutos en el reloj. Aunque deseo ayudar a Kim-young, una voz en el altavoz me ordena dirigirme a la meta y esperar allí hasta que termine el turno.
Espero que sea rápida.
Ella se salvara.
Kim-young. 095
El corazón me late desbocado mientras corro a través de la densa vegetación, sintiendo el suelo húmedo bajo mis patas. Mis sentidos están en alerta máxima; cada crujido de una rama, cada susurro del viento entre las hojas, me hace estremecer.
Vamos a llegar.
No estoy...
Vamos a vivir
La presencia del lobo detrás de mí es inconfundible. Su aliento pesado y sus pisadas firmes resuenan en mis oídos, acercándose peligrosamente.
¡Corre!
Mi mente está nublada por el miedo, y siento cómo mis costillas se oprimen, dificultando mi respiración. La desesperación amenaza con paralizarme, pero sé que detenerme no es una opción.
De repente, diviso unas raíces gruesas que emergen del suelo, formando un pequeño refugio natural. Sin pensarlo, me deslizo debajo de ellas, sintiendo cómo las ramas raspan mi pelaje. El lobo se detiene justo enfrente, gruñendo frustrado mientras intenta alcanzarme con sus fauces. Me encojo aún más, pegando mi cuerpo al suelo, esperando que no pueda llegar hasta mí.
Se nos acaba el tiempo
El tiempo parece detenerse mientras el lobo merodea alrededor de mi escondite. Mis músculos están tensos, listos para reaccionar ante cualquier movimiento. Finalmente, después de lo que parecen horas, el lobo se aleja.
Corre
Es una trampa
Es una oportunidad
Con cautela, salgo de mi escondite y continúo avanzando, aunque mis patas tiemblan y mi visión está borrosa por las lágrimas contenidas. La sensación de estar perdida en este laberinto verde es abrumadora, y el miedo amenaza con consumir cada pensamiento racional.
Sin embargo, en un acto de pura supervivencia, permito que mi zorro tome el control, confiando en que me guiará hacia la salvación.
Cuando mis fuerzas están al borde del colapso y la esperanza se desvanece, mis patas tocan una superficie diferente. Levanto la vista y, para mi sorpresa, veo la línea de meta justo delante de mí.
Un altavoz cercano anuncia mi número, felicitándome por haber llegado.
Las lágrimas que antes contenía ahora fluyen libremente mientras me desplomo, agradecida por haber sobrevivido a esta prueba aterradora.
Mientras recupero el aliento, siento una presencia cercana. Por instinto, giro y lanzo una mordida, solo para ver a Hyun-ju retroceder rápidamente, dándome espacio.
Es un tigre enorme.
Más de lo que vi en la habitación la otra noche mientras peleaba.
Tras unos segundos, se tumba, y puedo percibir su alivio al verme a salvo. Me acerco y froto mi hocico contra su cuello en un gesto de afecto, transmitiéndole mi alegría por reencontrarnos.
Gi-hun
Gong Yoo era el reclutador.
Puedo recordar nuestra conversación antes de que muriese.
Pero también era una persona.
Que se joda. Gruñe.
No sé qué circunstancias lo llevaron a ser quien era, pero desde luego no fueron buenas. Siempre pensé que los alfas lo tendrían todo fácil. En el proceso que me llevó a los juegos, me di cuenta de que no.
Que en esta vida todos podemos llegar a tocar fondo.
Reconozco, que los primeros juegos, cuando dijo que podía pagar con mi cuerpo me asusté bastante.
Ya me estaba preparando para huir.
Recuerdo su olor.
Olía al mar.
Pero cuando lo vi por última vez olía a tormenta.
Me pregunto si él sabía que iba a morir.
Yo creo que el creía que iba a ganarnos. Y perdió.
Salgo de mis pensamientos cuando suena otra vez la campana y me doy cuenta de que nos toca.
Y nos toca ser perseguidos.
Maravilloso.
-No vayas a morir ahora-me dice In-ho antes de empezar; cambia a su forma animal.
-Tranquilo-digo, sintiendo mis colmillos alargarse-Soy rápido.
Nuestros perseguidores son un pájaro de raza que desconozco y un lince.
Miro al lobo negro a mi lado y me siento bastante pequeño. Cosa que puede ser una ventaja para esquivar. In-ho se acerca y frota su cabeza contra la mía en un signo de darme ánimos, y yo se lo devuelvo. Después, nos colocamos en la línea de salida.
Estoy seguro de que el lince va a ir a por mí, porque es más grande que yo y seguro cree que es más rápido. Y el pájaro intentará pillar a mi compañero.
Cuando suena la señal, me lanzo hacia adelante, zigzagueando entre los árboles. Escucho los pasos del lince acercándose rápidamente. Mi corazón late con fuerza mientras salto sobre raíces y me deslizo bajo ramas bajas. Siento su aliento en mi cola, pero logro escabullirme por una grieta entre dos rocas donde él no puede seguirme.
Nunca pensé que un gato podría darnos tantos problemas.
Respiro nervioso, intentando orientarme. La selva es densa y cada dirección parece igual. Escucho el aleteo del pájaro y los gruñidos lejanos de In-ho enfrentándose a su perseguidor. No puedo quedarme aquí.
Salgo de mi escondite y continúo corriendo, buscando cualquier indicio de la meta. Mis patas se hunden en el suelo húmedo mientras esquivo obstáculos naturales. De repente, el lince reaparece, cortándome el paso. Sin tiempo para pensar, me deslizo bajo unas grandes raíces, sintiendo cómo sus garras rozan mi lomo.
Casi...
¡Céntrate!
Dentro del refugio de raíces, mi respiración es rápida y el estómago hace piruetas. Mis sentidos se agudizan, y detecto un rastro de olor que podría llevarme a la meta.
Con cautela, salgo de mi escondite por el otro lado, y sigo el rastro, manteniéndome alerta.
El tiempo parece dilatarse mientras corro, cada segundo estirándose interminablemente.
Mis patas golpean el suelo con rapidez, y el sonido de mi respiración es lo único que llena mis oídos.
Finalmente, a través de un claro en la vegetación, vislumbro la línea de meta. Con un último esfuerzo, me lanzo hacia adelante, cruzándola.
No tenía esperanzas
Gracias...
Mientras recupero el aliento, miro hacia atrás, esperando ver a In-Ho.
¿Crees que lo habrán pillado?
Recemos porque no.
Rezar nunca nos ha servido.
Pasan unos minutos que se sienten eternos, y cuando quedan cinco minutos, aparece en el otro extremo.
¿Me pregunto que estará haciendo Jun-ho? Pero sobre todo espero que estés bien.
¿Estará descansando bien?
yo sé lo que es la obsesión.
Y si no descansas bien eso puede pasarte factura.
Me acerco, bastante contento, y mediante pequeños restregones y lamidas en la cara, le hago entender que estoy feliz de que haya sobrevivido.
Volvemos a la sala de las literas y hago un conteo rápido. Aproximadamente diez personas más han cruzado la meta. Lo bueno es que son X.
In-ho y yo nos dirigimos a nuestro sitio. Mientras caminamos, pasamos por delante de 120 y 095, que están sentadas en las escaleras conversando. Al vernos, nos saludan con la cabeza, y yo hago lo mismo, aunque mi mente sigue procesando todo lo que ha pasado.
Una vez sentados, observo cómo van entrando los que aún faltaban. A medida que los números aumentan, empiezo a sentirme cada vez más inquieto. Mi pierna rebota sin que me dé cuenta, mis uñas raspan la tela del pantalón y mis colmillos pican.
-Tranquilízate-me dice In-ho en voz baja.
Parpadeo, confundido por un momento, hasta que me percato de lo que dice. Rápidamente, intento controlar mis feromonas, avergonzado. Me concentro en mi respiración, en contener cualquier rastro de mi aroma invadiendo el aire.
-Lo siento...-murmuro, sintiéndome torpe como en mi adolescencia. Respiro hondo y logro calmarme un poco, aunque esa sensación de tensión sigue latente en mi interior.
Son idiotas...
Sí...
Deberíamos romperles un par de huesos.
Voy a responder pero entonces, siento un leve calambre en mi bajo vientre. Es pequeño al principio, casi insignificante, pero la sensación chispea por mis venas, expandiéndose lentamente. Un calor sutil se asienta en mi cuerpo, y un escalofrío recorre mi columna.
Mierda...
Intentar controlar mi celo por tantas horas me esta pasando factura.
In-ho parece no notarlo al principio, pero inconscientemente se aleja un poco, inclinándose hacia.
-¿Sabes?-dice de repente
-Cuando era niño, mi madre siempre decía que los lobos negros traían mala suerte.
-¿Y tú qué piensas?
-Que era una tontería-Se encoge de hombros-Pero a veces pienso que la mala suerte me sigue, aunque no sea por mi color-Me río suavemente, aunque mi cuerpo sigue sintiendo ese calor incómodo.
-Si crees en la mala suerte, entonces yo debo ser el desastre personificado.
-Sí, bueno, tú tienes que tener un historial interesante-Levanta una ceja-Pero aún así, aquí estás.
-Aquí estamos-Repito, intentando ignorar el peso de su olor, que de repente se siente más presente.
Me muevo sutilmente en mi sitio, cruzando los brazos sobre mi abdomen en un intento de contener la sensación. In-ho se queda en silencio un momento, como si estuviera debatiéndose internamente si decir algo más.
-A veces pienso que mi color no es una coincidencia-Su tono es despreocupado, pero hay algo, un no se que en su voz que me hace prestarle toda mi atención-Los lobos negros siempre han sido vistos como presagios de muerte o desgracia. Y, bueno... viendo en qué lugar estoy ahora, no sé si sería capaz de decir que es mentira.
-Eso es una tontería. No eres un presagio de muerte, In-ho.
-Quizá no... -Murmura.
Intento moverme para encontrar una postura más cómoda, pero mi cuerpo se siente pesado. Puedo notar cómo las puntas de mis dedos hormiguean, la presión en mi bajo vientre se hace más notoria. Me lamo los labios, sintiéndolos secos.
-No eres una maldición, In-ho-Le repito, esta vez sin mirarlo-Todos cargamos con algo-
-Supongo que tienes razón.
-In-ho esboza una sonrisa de lado, como si recordara algo de su infancia-Mi madre también decía que los lobos blancos eran presagios de esperanza-Su voz es tranquila, pero hay algo en su tono que me hace sentir expuesto-Que traían luz en medio de la oscuridad... aunque también podían perderse en ella.
Levanto la vista y lo miro, sintiendo mi pecho apretarse.
-¿Y qué piensas tú?-Se encoge de hombros, como si la respuesta no fuera realmente importante.
-No lo sé. Pero supongo que si los lobos negros traemos la desgracia, los blancos traen la posibilidad de escapar de ella.
Me pasa un escalofrío por la espalda, y no sé si es por sus palabras o por el celo
-Eso suena poético...
Que gran respuesta...
-Tal vez-Deja caer la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos por un segundo-O tal vez solo intento encontrarle sentido a las cosas.
Cuando veo 1 a 1 de mis amigos volver, siento un peso soltarse del pecho. Jun-hee se deja caer en su litera, Dae-ho camina mirando al suelo, rezo porque no haya tenido que matar a nadie. Jung-bae me busca con la mirada y, cuando la cruzamos, asiente levemente.
Están bien.
Están vivos.
Pero al mirar alrededor, la realidad me muerde con fuerza.
48 jugadores.
Casi la mitad ha desaparecido.
¿De qué ha servido venir a ayudarlos? Pensé que podría hacer algo, que mi experiencia les daría una ventaja. Pero las reglas de este juego son claras: alguien siempre tiene que morir.
Y los juegos no son los mismos
Miro hacia el otro extremo de la habitación. Los que aún tienen el círculo como voto siguen ahí, agrupados, algunos celebrando su victoria con sonrisas que me revuelven el estómago. ¿Cómo pueden seguir así? El premio ha crecido a niveles perfectos, cualquiera de ellos podría salir de aquí con suficiente dinero para pagar al menos la mitad de sus deudas y reconstruir su vida.
Pero no. No les basta.
Siguen con la misma mirada hambrienta de antes. Como si no les importara que sigamos cayendo, siempre y cuando ellos se acerquen más a la cima.
Un asco profundo se arraiga en mi pecho.
Miro mis manos y recuerdo la sangre que ha estado en ellas, la que vi en el suelo, en los cuerpos que no podrán salir de aquí.
In-ho se sienta a mi lado sin decir nada. No tiene que hacerlo. Su presencia es suficiente para recordarme que todavía estoy aquí, respirando, avanzando.
Pero...¿por cuánto tiempo más?
Nos traen la comida. Un bollo seco y un brick de leche, lo mismo de siempre. No es suficiente, pero al menos llena el estómago lo justo para no quejarse.
Mientras mastico sin ganas, la voz del hombre que tiene la mascara del Cuadrado anuncia que Mañana serán las votaciones. El peso de esa frase se siente como un puñetazo en el pecho. Si volvemos a perder, estaremos condenados a otro juego.
Otro baño de sangre.
Más muertes.
Miro a mi alrededor, viendo las caras cansadas de los míos. Jun-hee come en silencio, Dae-ho observa a los círculos con el ceño fruncido, Jung-bae intenta bromear con alguien, pero su voz no tiene la misma chispa de siempre.
Están asustados.
Lógicamente
No podemos seguir esperando a que ellos cambien de opinión.
Y entonces, una idea empieza a formarse en mi cabeza.
¿Y si atacamos la raíz?
Mi Omega gruñe en mi interior, susurrándome que no es una mala idea.
Thanos. 230
Nunca me había fijado en los betas. Siempre me habían atraído los omegas, esos dulces, pequeños, que olían a cosas que daban ganas de morder.
Era el gusto de muchos.
Otros preferían omegas más fuertes, fieros, con actitud, y no lo juzgaba; tenían su punto sexy. Pero los betas... nah. Casi nunca los miraba dos veces.
Nam-gyu era diferente.
Es único.
Creo que te estás poniendo en plan romántico.
Callate
No me estoy quedando
Tampoco me importaria si lo hicieras.
No sé si era efecto de las pastillas o qué, pero últimamente su olor a lluvia y libros se me metía en la cabeza de una forma que me hacía gruñir sin darme cuenta. Y lo peor es que ya no me molestaba.
Al principio, sí.
Me jodía que me siguiera a todos lados, que siempre estuviera detrás de mí, como si fuera mi sombra. Pero me acostumbré. Empecé a notar cosas en él que antes ignoraba. La manera en que sus manos se movían rápido cuando se ponía nervioso. Cómo fruncía el ceño cuando se concentraba demasiado en algo.
Y el otro día, en los baños, cuando se quitó la chaqueta para quitarse la sangre y vi su figura mejor...
Joder.
Pensé en dejarlo completamente desnudo.
Esa idea se quedó en mi cabeza más tiempo del que debería. No me molestaba compartir pastillas con él, para nada. Siempre me apoyaba, siempre estaba ahí.
Y ahora, mirándolo mientras nos sentamos en la litera, siento las manos temblar con ganas de hacer algo. Joder, ¿por qué no?
Tengo muchas ganas de tirar de él hacia la cama más alejada y hacerle entender que, si sigue siguiéndome, más vale....
Nam-gyu se estira en la litera sacándome de mis pensamientos, dejando caer la cabeza contra el colchón, con los brazos cruzados detrás de la nuca.
-Joder, ¿sabes qué es lo primero que voy a hacer cuando salga de aquím
-Levanto una ceja y le miro de reojo.
-¿Qué?
-Comer algo decente. No esta mierda insípida que nos dan todos los días. Quiero ramen bien picante, con un montón de carne. O un buen plato de tteokbokki. O tal vez algo más simple... un bol de arroz caliente con kimchi bien fermentado-Me río entre dientes.
-¿Eso es lo que más te preocupa ahora?-Nam-gyu gira la cabeza para mirarme.
-¿Tienes una idea de cuánto tiempo llevo sin comer algo que de verdad me haga sentir vivo?-Se relame los labios, como si ya pudiera saborearlo-Y no me digas que tú no lo has pensado.
-Nah, a mí me da igual. Comida es comida
Porque ahora que lo menciona, recuerdo el sabor de la carne jugosa, el picante que arde en la lengua, el arroz caliente que te calma el estómago.
Y lo peor es que me hace querer salir de aquí más rápido.
-Y las comidas de él restaurante callejeros al que voy siempre...uuufff
Pero ese no es un pensamiento que quiera tener ahora.
-Tiene de todo
-Si sigues hablándome de comida, te juro que voy a matarte yo mismo-gruño, echándome hacia atrás en la litera.
Nam-gyu suelta una carcajada.
-Lo siento, lo siento...-Su mirada se suaviza un poco-Solo intento pensar en lo que hay afuera, ¿sabes?
Sí, lo sé.
Pero fuera no hay nada para nosotros.
No todavía.
Nam-gyu sigue hablando como si estuviéramos en una cena tranquila y no en una jodida competencia de muerte.
-También quiero una bebida bien fría, algo con alcohol-dice, estirándose en la litera-Y no que sepa a agua con gas, no. Una verdadera, que te haga sentir que tienes algo en la garganta.
-Pensé que los porteros de discoteca solo tomaban batidos de proteínas.-Nam-gyu me mira con superioridad.
-Hermano, ¿tienes idea de la mierda que veo cada noche en el trabajo? Si no bebo, no duermo.
-No me sorprende. Seguro que te toca sacar a un montón de idiotas borrachos de los baños.
Seguramente tú serías uno de ellos.
No estoy hablando contigo
Que te den
-Exacto. ¿Sabes lo pesado que es lidiar con tíos que piensan que pueden pelear en la pista porque creen que son personajes de The Glory?-Me río.
-¿Y cómo los sacas? ¿Los sueltas como en Physical: 100?
-Joder, ojalá...-Nam-gyu se ríe y hace un gesto de levantar peso-Pero no, la mayoría solo necesitan que los mires seriamente para largarse. Excepto algunos alfas con complejo de protagonistas.
-Déjame adivinar... ¿Tipo Ji Chang-wook en modo acción?-Nam-gyu asiente dramáticamente.
-Sí, pero con la fuerza de un idol de cuarta generación.
-Suelto una carcajada y niego con la cabeza.
-A ver, entonces dime, ¿qué haces cuando no estás partiendo caras en la discoteca?-Nam-gyu hace una pausa y se rasca la barbilla.
-Ver dramas, reality shows y pelis de acción.
-¿En serio?
-Completamente-me desafía-
Itaewon Class es una obra de arte, Hospital Playlist es perfecta, y si no has llorado con Reply 1988, entonces no tienes alma.
-Agh, qué mierda de gustos tienes-Nam-gyu se incorpora en la litera, ofendido.
-¿Perdón?
-Lo que has oído. Hay mejores series.
-A ver, ilumíname, maestro del entretenimiento-Cruzo los brazos con orgullo.
-Vincenzo-Nam-gyu resopla.
-Claro, porque todos los tíos como tú están obsesionados con Song Joong-ki siendo un mafioso sexy.
-¡Porque lo es!-exclamo indignado-A ver, dime que la escena del encendedor no es arte puro.
-Es una copia barata de cualquier película de acción coreana.
-Retractate.
-Ni de coña.
Me muevo rápido antes de que pueda reaccionar y salto a su litera, quedando sobre él y sujetando sus muñecas contra el colchón.
-Retractate-repito con una sonrisa de superioridad.
Nam-gyu intenta forcejear, pero lo tengo bien sujeto.
-Ja, ¿y si no?-Lo miro fijamente y segundos después le empiezo a hacer cosquillas.
-¡Joder, para!-Dice mientras se retuerce intentando escaparse, pero no lo suelto.
-Di que te retractas.
-¡No!-Sigo atacando y Nam-gyu empieza a soltar carcajadas, pataleando como si estuviera poseído.
-¡Joder, vale, vale!-logra decir entre risas-¡Me retracto, Vincenzo es una obra maestra!
-Así me gusta.
Lo suelto y me dejo caer a su lado, satisfecho. Nam-gyu jadea intentando recuperar el aliento.
Papá juraba que su bestia lo escogió porque nació para gobernar, pero murió como un simple soldado.
Gi-hun
La mayoría ya estan dormidos. Yo, en cambio, sigo despierto, sentado en una de las literas más alejadas, mirando el techo como si las respuestas fueran a aparecer ahí.
Evidentemente no
Vete a dormir
No quiero
A-dor-mir
Te hago compañía
Tengo un plan. O al menos, la idea de uno. Pero no sé si decírselo a los demás.
No es como si pudiéramos confiar ciegamente los unos en los otros...Y aunque ahora mismo parezcamos un equipo unido, en cualquier momento las cosas pueden cambiar.
Quizás ya más gente quiera irse...Suelto un suspiro y bajo la mirada. Justo entonces, siento una presencia a mi lado.
In-ho.
No dice nada al principio, solo se sienta junto a mí, apoyando los codos en las rodillas. No necesito mirarlo para saber que su aroma ha cambiado. No es el menta intensa de cuando está peleando ni el chocolate fuerte que desprende cuando está molesto. Ahora es algo más suave, relajado. Feliz.
Supongo que también piensa que mañana saldremos.
-¿Qué haces despierto?-
pregunta después de un rato.
-Haciendo guardia.
-No pareces muy concentrado.
-Mi mente está en otra parte.
-¿Planeando algo?
-Quizas...
In-ho no insiste. En su lugar, cambia de tema, como si pudiera notar que no quiero hablar del tema.
-Oye, si tuvieras que elegir la mejor edad de tu vida, ¿cuál sería?-Me río un poco.
-¿De dónde sacas esa pregunta?
-Solo quiero pasar el rato-se encoge de hombros.
Lo pienso por un momento.
-A los diecisiete todo era una mierda. A los dieciocho, también. Pero a los veinte...
-¿Qué pasó a los veinte?
-Creo que fue la primera vez que sentí que era libre de hacer lo que me diera la gana. Aunque luego me di cuenta de que no tenía ni puta idea de lo que estaba haciendo-In-ho suelta una risa suave.
-Sí, suena como los veinte.
-¿Y tú?
-Mis dieciocho fueron interesantes.
-¿Interesantes cómo?
-Digamos que hice muchas cosas que no debía hacer-Lo miro con curiosidad.
-¿Cosas ilegales?
-Eso no te lo voy a decir.
-Vamos, ahora me has dejado con la intriga-Me empuja suavemente con la rodilla, en un gesto juguetón.
-Lo mismo digo, no me has contado nada de tus veinte-
Le devuelvo el empujón.
-Tal vez en otra vida.
Nos quedamos en silencio un rato más, pero no es incómodo. Es ese tipo de silencio que solo tienes con alguien con quien estás agusto.
-Vale, entonces dime... ¿qué era lo peor que te pasaba en la adolescencia?-Me río antes de siquiera pensarlo.
-Joder... ¿lo peor?
-Sí, algo que te haga pensar: "Dios, qué desgracia"-Me tomo unos segundos, pero en cuanto lo recuerdo, suelto otra risa.
-Había un chaval en mi instituto... Ryota.
-¿Un amigo?
-No, no. Un cabrón. Un alfa creído que pensaba que tenía derecho a tocar a cualquier omega en la escuela.
-Déjame adivinar. ¿Te besó?
-Me acorraló en un pasillo y lo intentó, pero...-In-ho me mira con curiosidad.
-¿Pero?-Me echo un poco hacia atrás, recordando la escena con claridad.
-Le metí un rodillazo en las pelotas-In-ho suelta una carcajada, una de verdad, y eso me hace sonreír más.
-Bien hecho-dice con diversión-Apostaría dinero a que no volvió a intentarlo.
-No, pero me miraba con asco cada vez que pasaba por su lado. Como si fuera mi culpa que fuera imbécil-Nos reímos los dos.
-¿Y qué más?-pregunta, y yo me froto la nuca.
-Uf... Bueno, había un profesor que me tenía manía. Siempre decía que yo era el típico alumno problemático.
-¿Y lo eras?
-Un poco.
-Me lo imaginaba-Le doy un empujón con la rodilla.
-¿Y tú? ¿No eras problemático?-In-ho hace una pausa y sonríe de lado.
-Digamos que yo sabía meterme en problemas sin que me pillasen.
-Tenias buena suerte
Nos quedamos así un rato, hablando de tonterías, de cosas sin importancia. Y entonces, cuando dejo de reír, noto algo extraño.
In-ho me está mirando fijamente.
No de la manera normal.
No como cuando hablas con alguien y lo miras como a los demás.
Es una mirada intensa, fija...
Como...
Como...
Si quisiera besarnos.
Termina mi lobo.
Siento su aroma más fuerte ahora, chocolate dulce y menta fresca envolviéndome.
Trago saliva.
Joder.
Despego la mirada de la de In-ho. No sé por qué, pero necesito hacerlo.
Miro hacia las literas donde están los círculos. A pesar de todo, siguen teniendo ventaja en la votación. Nos superan en número, y si las cosas siguen así, simplemente seguirán votando a favor de los juegos. No podemos seguir esperando a que cambien de opinión. Suelto un suspiro y paso una mano por mi pelo.
Deberíamos dejarnos lo más largo otra vez cuando salgamos de aquí.
Sí. Me quedaba mejor.
-Tengo un plan. O al menos... una idea.
-¿Qué tipo de idea?-Me acerco un poco más y bajo la voz.
-Consiste en que nosotros mismos armemos un escándalo.
-¿Nosotros?
-Sí. Sin meter a los círculos. Formar un paripé, una pelea entre nosotros. Que parezca real-In-ho frunce el ceño.
-¿Para qué?
-Para que los guardias entren a por los cuerpos. Nosotros nos hacemos los muertos...Cuando se acerquen a asegurarse de que estamos muertos... les quitamos las armas-In-ho me observa en silencio por un momento.
-Es un plan arriesgado.
-Lo sé. Pero no podemos seguir esperando a que los círculos cambien de opinión. ¿Cuántos más tienen que morir para que se den cuenta de que esto no vale la pena?
Él sigue sin decir nada, pero veo cómo sus ojos se oscurecen con la idea.
Está pensándolo.
Analizándolo.
Finalmente, deja escapar una breve risa sin humor.
-Tienes valor, o quizás eres un loco con los suficientes cojones para siempre desafiar a lo peligroso.
-Es un problema que he tenido toda mi vida-In-ho me da un pequeño empujón con la rodilla y sonríe levemente.
-De acuerdo. Dime exactamente cómo quieres hacerlo.
Nos reunimos en la esquina más alejada, aprovechando que todos están centrados en su comida y en sus propios pensamientos. Las votaciones han sido una mierda, pero ya lo esperábamos. Ahora tenemos que concentrarnos en lo siguiente.
-Bien-empiezo, manteniendo la voz baja-Esto es lo que haremos. Lo primero es que Jun-hee, 149 y los que no quieran pelear se esconderán en las literas cuando empiece el caos. No queremos que nadie salga herido por accidente. Haremos un paripé. 476 y 387 comenzarán la pelea principal. Dae-ho y yo nos meteremos en medio de la pelea, queriendo separaros. Luego, todos los demás se unirán poco a poco. Lo importante es que hagamos ruido, que gritemos, que tiremos cosas.
-Que parezca real-murmura Dae-ho, asintiendo.
-Exacto-confirmo-Tenemos que asegurarnos de que haya suficientes literas entre nosotros para que los guardias no puedan ver claramente qué está pasando.
-¿Y luego?-pregunta Jung-bae.
-Luego, cuando estemos en el punto más alto del caos, alguien romperá una botella para hacerlo más creíble. Habrá gritos, golpes... y después, los que 'mueren' deben tirarse al suelo y quedarse completamente inmóviles.
-¿Y los círculos?-pregunta Se-Mi, entrecerrando los ojos.
-No se meterán-respondo-
Espero-120, que ha estado pensativa, se inclina hacia adelante.
-Podemos hacerlo mejor.
-¿Cómo?
-La pelea tiene que ser rápida. Si tardamos demasiado, los guardias podrían sospechar. También debemos asegurarnos de que al menos dos de nosotros se escondan entre las literas antes de que ellos entren. Esos serán los que neutralicen a los guardias una vez dentro.
Asiento.
-Bien. ¿Voluntarios?
Jung-bae y 333 levantan la mano casi al mismo tiempo.
-Nosotros lo haremos -dice 333 con decisión-Yo puedo encargarme de uno antes de que se den cuenta.
-¿Seguro?
-Seguro.
-¿Y si los guardias no entran?-pregunta Min-su, nervioso. Dae-ho le pone una mano en el hombro.
¿Pero y estos dos?
-Entrarán. No pueden permitirse que todos nos matemos sin que ellos tengan el control.
-¿Y qué hacemos una vez que tengamos las armas?-pregunta 380, que hasta ahora ha estado callado-¿Chantaje? ¿Sus vidas por las nuestras?-Lo miro directamente.
-Tomamos el control-Suelto.
In-ho sonríe de lado.
-Eso me gusta.
El Caos Comienza
Nos aseguramos de que cada uno tiene su papel claro. Y luego... esperamos.
Las puertas se cierran.
El ambiente es tenso.
Nosotros estamos tensos, no te confundas
Los círculos siguen en su mundo, sin molestarse en mirarnos.
476 y 387 empiezan la pelea.
Primero, empujones.
Luego, un golpe.
Un gruñido fuerte.
Un grito.
Las voces suben. Los golpes se hacen más exagerados.
-¡Maldito bastardo!-grita 388, lanzándome contra una de las literas.
-¡Te voy a matar, hijo de puta!-respondo, empujándolo de vuelta.
Y entonces, todo explota.
Los demás empiezan a empujarse.
Se oyen cosas cayendo al suelo.
Alguien lanza una bandeja.
Se escucha el sonido de una botella rompiéndose.
Los gritos se intensifican.
Los círculos, como esperábamos, no intervienen.
Y luego, en un movimiento sincronizado... los 'muertos' caemos.
Silencio.
Nos quedamos inmóviles.
Esperamos.
Minutos que parecen horas.
Entonces, las puertas se abren.
Cuando era niño, escuché una voz en mi cabeza. Me asusté tanto que fingí que nunca pasó
Jun-ho
El mundo era negro.
Oscuridad sin fin, un túnel donde el tiempo no tenía significado.
No había dolor, ni frío, ni calor.
Solo la nada.
Y veces la voz de mi Jaguar...
Hasta que, de repente, una voz perforó la negrura, un grito ahogado que no reconocí de inmediato.
-¡Dios mío! ¡Está despertando! ¡Doctor! ¡Doctor!
La luz se filtró por mis párpados, cegadora. Sentí un dolor punzante en la cabeza, como si algo dentro de mi cerebro intentara reiniciarse con violencia. Un jadeo escapó de mis labios resecos. Algo me presionó la mano, una calidez...y un olor familiar.
-Jun-ho... hijo...
Mi madre.
Intenté hablar, pero mi garganta estaba seca, áspera, como si hubiera tragado arena. Casi no pude formar palabras. Pero cuando lo hice, no dije "mama", ni "¿dónde estoy?", ni "¿qué pasó?".
Dije su nombre.
-In-ho...
Traído...un gruñido que me vibro por dentro de la cabeza.
El alivio en el rostro de mi madre se rompió en un llanto. Mis recuerdos eran un mosaico partido.
El mar.
El disparo.
La caída.
El dolor. Luego, nada.
Pero la puta cara de mi hermano estaba ahí, en mi mente, intacto.
Fueron días antes de que entendiera lo que había pasado. Había estado en coma durante más de un año. Una persona me había encontrado en una playa, con el cuerpo más blanco que de mi que el papel y a punto de morir.
Me operaron.
Sobreviví.
Y él...
Él seguía ahí afuera.
Sí...
Dos años después...
Me convertí en un fantasma. Ya no era el hombre que había sido. Dejé la unidad de delitos graves y me convertí en policía de tráfico. ¿La razón oficial? Necesitaba estabilidad después del trauma. ¿La verdad? No podía confiar en nadie.
Pero mi mente nunca dejó de trabajar.
Sabía que él seguía vivo.
Sabía que todo continuaba.
Y me quemaba por dentro.
Fue en ese entonces cuando escuché su nombre...
Seong Gi-hun.
Un omega que había ganado los Juegos. Un hombre que, en lugar de escapar y disfrutar su dinero, se había quedado para pelear contra algo mucho más grande que él.
Un imbécil valiente.
Nosotros también lo haríamos
Pues ya seríamos dos
Cuando lo volvi a ver, no me impresionó. No era un militar, ni un policía, ni un hombre con entrenamiento. Parecía solo un hombre más, con un porte de alguien que había visto mucha mierda.
Pero había algo en su mirada.
Algo que reconocí de inmediato.
Odio.
No odio ciego. No rabia sin sentido.
Odio dirigido.
Preciso.
No estaba aquí por venganza personal. No buscaba redención.
Quería destruir todo el sistema.
Y fue entonces cuando entendí que este hombre era la pieza que me faltaba.
No fue difícil convencerme de que me uniera a él. Pero sí fue difícil convencerlo a él de que aceptara mi ayuda.
-Una persona no puede pelear contra esto solo.
-¿Y quién te ha dicho que estoy solo
Y tenía razón.
Porque no era solo él.
Había otros.
Mientras yo solo había confiado en el capitán Park, quien me había salvado ese día, él se había aliado con varias personas más. No eran policías, desde luego.
Una de ellas fue la que me golpeó con un extintor en la cabeza para reducirme. Desde luego, eran fieles. Pero ahora que uno de sus hombres había muerto por culpa del reclutador—quien también estaba muerto—sabía que confiaban aún menos en mí.
Me recalcó que era joven.
Mi jaguar gruñó con desdén.
Podríamos enseñarle nuestra buena experiencia.
Voy a hacer como que no he escuchado eso.
Claramente no nos conocía.
Pero finalmente aceptó mi ayuda. Tenía armas y balas por un tubo, claramente del mercado negro. El tiempo no lo había perdido.
Tampoco pensaba decirle que el líder de todo eso era mi hermano. No era buena idea.
Los hombres que escogimos eran de Cuerpo de Marines. También había de Demolición Submarina y algunos de las Fuerzas Especiales. El líder del equipo, llamado Kim, tenía mucha experiencia combatiendo en el extranjero. Eso era bastante tranquilizador. Pasamos días entrenando con armas pesadas.
Gi-Hun a veces olía a tristeza absoluta. Sabía que era por su hija. Entendía su dolor.
Cuando le quitaron el diente con el localizador, supe que estábamos jodidos.
Dicen que cuando mueres, tu bestia regresa al cielo a esperar a otro. Dicho por alguien que mentía.
Ga-yeong
Mi papá podría ser muchas cosas malas, como dice mi mamá. Que es irresponsable, que no piensa en el futuro, que se mete en problemas y que nunca hace las cosas bien.
Pero él y la abuela siempre me contaban las mejores cosas.
Cosas mágicas.
Cosas que hacían que el mundo pareciera un lugar especial, aunque los adultos no lo vieran.
Me contaban que nuestros animales esperaban como estrellas en el cielo, flotando muy alto, mirando hacia la tierra, esperando a encontrar a alguien que fuera digno de ellos.
Que los escogían porque sabían que serían un buen equipo, aunque fueran diferentes.
Eso también nos lo contaron en la escuela. Pero allí decían que Dios los asignaba cuando un bebé nacía, porque él sabía qué animal sería el mejor compañero.
Otros decían que no era Dios, sino el rey del infierno, que los enviaba para hacer las guerras más entretenidas.
Había tantas historias…
Algunos decían que dependiendo de tu animal, así sería tu destino.
Si eras un lobo, serías fuerte.
Si eras un tigre, serías feroz.
Si eras un zorro, serías astuto.
Si eras un pájaro, podrías ver cosas que otros no.
Si eras un oso, traerías poder.
Había demasiadas posibilidades.
Algunos eran especiales.
Los que eran blancos traían esperanza.
Los que eran negros, traían desgracia.
A veces me pregunto...
¿Seré digna de uno que ayude a los demás?
¿O traeré la desgracia?
Papá dice que los animales no eligen solo a los buenos o a los malos.
Eligen a los que los necesitan.
Pero...¿y si yo no soy lo suficientemente buena?
¿Y si mi animal nunca baja a buscarme?.
Me gustaba cuando era un lobo.
Era blanco y suave.
Dormir con él era como dormir en una nube.
Cuando me dejaba acurrucarme en su pelaje, sentía que nada malo podía pillarme. Que el mundo fuera no importaba, que solo éramos él y yo, flotando en un cielo lleno de estrellas.
Me pregunto si por ser blanco debería llevar la esperanza a algún sitio o a alguien.
En la escuela decían que los colores importaban. Que los lobos blancos traían la luz. Que eran símbolos de pureza, de algo bueno.
Pero mamá siempre decía que él traía más la desgracia que otra cosa.
Decía que su vida era un desastre, que siempre tomaba malas decisiones, que no sabía lo que hacía.
Que si se quedaba mucho tiempo cerca de algo bueno, al final terminaba rompiéndolo.
Pero yo siempre he pensado que papá es especial.
Que su lobo también lo es.
Él no es malo.
Simplemente... las cosas a veces no salen como uno quiere.
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