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Las votaciones habían terminado, y Jung-Bae, mi amigo, había votado al círculo.
Ese simple acto lo había separado de nosotros, no solo físicamente, sino emocionalmente. Nadie le había dicho que se fue él solito se había excluido.
Se había sentado lejos, quizás porque sabía que no aprobaríamos su decisión.
Escuché a 388 suspirar y mirar en dirección a Jung-Bae. Pude sentir su incomodidad, la misma que yo sentía. Mi Omega, siempre vocal en mis pensamientos, murmuró en mi cabeza: Deberíamos darle un puñetazo.
-¡Jung-Bae!-La voz de 388 resonó con fuerza, un rugido cargado de autoridad.
Mi amigo se tensó al escuchar su nombre, y cuando los pasos de 388 se acercaron, intentó levantarse para alejarse.
Parecíamos niños pequeños.
Pero no llegó muy lejos. Dae-ho, con la velocidad que parecía innata en él, estiró el brazo y lo agarró por el cuello de su chándal, deteniéndolo en seco.
No escuché si Jung-Bae gimoteó, pero conocía a mi amigo lo suficiente como para saber que probablemente lo hizo.
-¡Venga! ¡Siéntate con nosotros!-dijo 388, mientras cambiaba su agarre al codo de Jung-Bae y comenzaba a empujarlo hacia nuestro grupo.
-No, aquí ya estoy bien-protestó débilmente' tratando de resistirse.
-¡Venga, venga!-insistió 388, empujándolo con más fuerza-¡Vamos, vamos!
-¡Eh, oye, oye! ¡Espera, espera!-se quejó Jung-Bae, intentando zafarse.
Finalmente, lo trajo donde nosotros estábamos, donde se quedó quieto, mirandonos con una mezcla de vergüenza y algo que no pude identificar del todo.
-Lo siento...-dice en un tono apenas audible-Les pedí un préstamo urgente, y los cobradores me dijeron que irían a por mi familia... Y creo que podría pagarlo todo con un solo juego más...-001, que no recuerdo cuándo se había sentado tan cerca de mí, habló primero.
-No sé los demás, pero tú te has equivocado. Tu nombre significa vivir el doble de bien...Y si mueres no podrás vivir....En fin, viendo la división de los votos, el tuyo tampoco es que hubiera cambiado nada.
-¡Verdad!-respondió rápidamente Jung-Bae, como aferrándose a esa pequeña justificación- Entonces la culpa no es del todo mía...
Gruñí, un sonido bajo y gutural que no pude contener. Me recordó a cuando éramos pequeños y Jung-Bae siempre buscaba excusas para sus errores, esperando que yo lo dejara pasar.
-Venga, ya está bien-intervino 388, tratando de calmar las cosas-Puedo entenderlo. Esa cantidad se me queda corta, así que yo también estuve debatiendo lo que debía votar.
-¿Verdad que sí?-dijo Jung-Bae, y antes de que nadie pudiera detenerlo, abrazó efusivamente a 388.
-Vale, vale, ya está-respondió 388, rápidamente. Lo empujó hacia atrás suavemente, colocándole las manos en los hombros. Seguramente el olor a vainilla de Jung-Bae se había hecho más intenso.
-Gracias por entenderlo...-dijo Jung-Bae, girándose hacia nosotros-
Pero también lo he hecho porque me siento seguro. Formamos un buen equipo, ¿no? Si volvemos a hacerlo así de bien, seguro que ganamos.
¿Un buen equipo? pensé, observando a nuestro grupo. Jun-hee, una Omega embarazada, yo mismo, que era un Omega vulnerable si alguien usaba la voz de mando, dos Alfas que podrían ser una ventaja... o no, y un Beta. Si el próximo juego era algo más físico o incluso mortal entre nosotros, este "buen equipo" no parecía tan sólido.
-Jun-hee, en el siguiente juego, te juro que te protegeré...-dijo Jung-Bae con determinación.
Mis ojos se clavaron en él, llenos de rabia y frustración.
-¿En el siguiente juego?-gruñí, mi voz baja pero cargada de enojo-¿En el siguiente juego? Podríamos tener que matarnos entre nosotros.
001 intervino, tratando de apaciguar las cosas:
-Tampoco hace falta ser tan pesimista....Mejor seamos positivos. Vamos a comer, a animarnos, y a hacerlo lo mejor posible.
-Jun-hee, bebe esto-dice extendiéndole su brick de leche-Recupera fuerzas.
-No hace falta-respondió ella, con una leve sonrisa-No te preocupes. Además, no bebo leche de vaca.
-Muchas gracias...
Su olor era dulce. Sabía que los olores de los Omegas cambiaban durante el embarazo, y el suyo olía a fresas con nata. Era reconfortante, pero también un recordatorio de lo vulnerable que era.
-Toma también mi bollo, no merezco comer.
-Entonces dame a mí también tu leche-dijo 338
Y empezaron con sus tonterías.
Disimuladamente, miré hacia mi izquierda. 095 estaba sentada delante de 120, quien no dejaba de mirarla con insistencia.
Mi mirada se desvió hacia la ancianita que había aparecido con su hijo. Hablaron brevemente, aunque no pude captar bien el tema. Algo sobre comer juntos. Había algo triste en su conversación
120 dijo algo, y todos la escucharon.
No sé qué dijo.
Pero le dolía recordarlo.
095 se levantó y se pegó a ella, ofreciendo su consuelo de una manera en que los omegas éramos expertos: con cercanía y olor.
Recordé las palabras de una profesora de mi adolescencia.
Nos había dicho que nuestro olor podía ser un arma de doble filo.
Con el tiempo, aprendimos a usarlo para consolar, para atraer, o incluso para manipular.
Y allí estaba 095, haciendo exactamente eso.
Aliviar el dolor
Consolar
Pero también sé que está enfadada.
Solo se ha sentado junto a ella. No lo ha abrazado, y no la ha tocado.
Una carcajada escapó de mi garganta cuando la anciana le da un manotazo a su hijo por algo que ha dicho, derramándole la leche encima.
El sueño era un refugio.
Un momento de paz en medio del infierno en el que estábamos atrapados.
Pero como todo en este puto lugar, la paz no duraba.
La paz nunca dura.
Al Dios que esté ahí arriba le hace gracia joder a los demás.
Y a mí me ha llegado mi momento de que la paz se acabe.
Al principio, fue solo una sensación de incomodidad.
¿Como llegó?
Un calor que se deslizo por encima de mi piel como una manta sofocante. Pensé que era por el cansancio, por la tensión, pero luego vino el hormigueo, la presión en mi pecho, el cosquilleo entre mis piernas.
Estamos jodidos. Escucho gruñir a mi Omega.
Abro los ojos de golpe, mi respiración es como si hubiese tenido la peor pesadilla de mi vida. Siento cómo el sudor me baja por las sienes, bajando por mi cuello. El calor me vuelve por completo, como si me hubieran tirado dentro de una aceitera.
No, no, no… esto no podía estar pasando.
Joder que si está pasando. Mi omega no me está ayudando.
Traté de calmar mi respiración, de controlarme, pero cada latido en mi pecho retumba con una fuerza que parece irreal.
No aquí.
No ahora.
Joder.
Joder.
Mi primer instinto es huir.
Me levanto con cuidado, sintiendo las piernas temblar mientras bajo de la litera. La habitación seguía sumida en la oscuridad, y el sonido de las respiraciones pesadas y ocasionales murmullos de los dormidos me decía que aún tenía tiempo.
Por favor que no me huelan
Por favor que no me huelan.
Camino con rapidez, asegurándome de ser un ratón asustadizo. Cada paso me parecía un suplicio. Cada roce de mi ropa contra mi piel es como...Sí subieran el fuego.
Cuando llegó al baño, y tengo suerte de que me hayan abierto, cierro la puerta con el pestillo y me apoyo contra ella, respirando con ansias.
Estamos muy jodidos. Mi Omega tenía razón.
Es mi celo.
Mis manos tiemblan cuando abro el grifo, dejando que el agua fría corra. Me incliné sobre el lavabo y sumerjo las manos antes de llevarlas a mi cara, frotándome con desesperación. El contacto del agua helada contra mi piel que arde me hace jadear, pero no basta.
Vuelvo a mojar mis manos y esta vez me pasobel agua por el cuello, bajando hasta la clavícula.
Frío, frío, más frío.
Como si eso fuera a ayudar.
Tiene razón.
El calor sigue ahí.
Un fuego que arde en lo más profundo de mí, alimentado por algo que no podía controlar.
Cierro los ojos con fuerza, respirando entrecortadamente mientras mis feromonas se esparcen lentamente por el aire.
Dulces, pesadas, con nombre de una necesidad desesperada.
Mierda.
Muerdo mi labio con fuerza, tratando de contener los temblores. Pero mi cuerpo tenía otros planes.
Instintivamente, mis dedos bajaron por mi abdomen, apenas rozando la tela de mi ropa. Sentí un escalofrío recorrerme al notar lo sensible que estaba.
No podía evitarlo.
No quería hacerlo.
Pero necesitaba alivio.
Me encierro la cabina del váter.
Con las piernas temblando, me apoyo contra la pared del baño y dejo que mi mano se deslice más abajo, por encima de mi ropa.
Un simple roce y mi cuerpo se arquea.
Jadeó, mi pecho subiendo y bajando con rapidez.
Era insoportable.
Mi mente grita que pare, pero mi Omega susurraba lo contrario. Que me entregara al instinto. Que me aliviara aunque fuese un poco.
Mis caderas se mueven suavemente, buscando más contacto, más fricción. Muerdo mi puño, ahogando cualquier sonido que pudiera escapar de mi boca.
No podía dejar que nadie me escuchara.
Pero el deseo es sofocante. Una corriente que me arrastra cada vez más profundo.
Mis feromonas eran más densas ahora, llenando el baño con su aroma embriagador.
No podía parar.
Y en el fondo, no quería.
-Gi-hun.
Me congelo.
Mi respiración se queda atrapada en mi garganta.
Y el miedo se desliza por mi piel como un río de agua fría.
¿Es un Alfa?
Y me ha pillado.
Aparté la mano de mi entrepierna, sintiendo un escalofrío recorrerme.
Mierda, mierda, mierda.
-¿Estás bien?-Es la voz de 001-Te he visto bajar tan rápido de la litera que...pensé que te pasaba algo.
Me está pasando una putada.
Respiro hondo, intentando parecer tranquilo, intentando no parecer exactamente lo que soy en este momento: un Omega desesperado en pleno celo, ocultándose en un baño como un animal acorralado.
Eso es un bonito nombre para lo que nos está pasando.
Me aclaro la garganta antes de hablar.
-Lo tengo bajo control
¿En serio?
¡Cállate!
001 guarda silencio un momento.
-No pareces tenerlo bajo control
-Estoy bien...-Digo apretando los dientes.
-Huele....ya sabes
-Sí...Es...-Vale, ya que me han pillado...pasamos al siguiente plan.
-Voy a pedirle unos supresores a los guardias-dijo de pronto-A ver si tengo suerte y me dan alguno....
Mi cuerpo reacciona antes de que mi mente pueda detenerlo. Abro la puerta de golpe, agarro a 001 por la muñeca y tiro de él hacia adentro. Cierro la puerta con un portazo en seco, dejando apenas espacio entre nosotros.
001 no tiene tiempo de reaccionar.
No se lo permito.
Me lanzo contra su boca hambriento, necesitado, desesperado. Mierda. Mis manos vuelan a su ropa, tironeando de ella con torpeza mientras mi cuerpo busca el suyo con un instinto que no podía controlar.
Al principio se queda inmóvil, sorprendido. Pero entonces, gruñe contra mis labios, un sonido bajo y grave que enciende algo aún más profundo en mí.
Joder, no es la primera vez que follas por...
¡Cállate!
Su aliento se entremezcla con el mío, caliente y tentador. El roce de su lengua contra la mía me hacen soltar un gemido ahogado, y lo beso con más ganas, con más necesidad.
Mis dedos se deslizan por debajo de su camiseta, sintiendo la piel caliente bajo mis manos. Tiro de ella con impaciencia, como si su ropa fuera un obstáculo entre nosotros, jadea contra mi boca cuando mis uñas rasguñan su torso desnudo.
Mi Omega ruge dentro de mí.
Esto-no-va-bien.
Lo empujo suavemente hasta que su espalda choca contra la fría porcelana del inodoro. Se deja caer sobre la tapa, su mirada se clavada en mí. Sin apartar mis ojos de los suyos, me subí sobre él, colocándome a horcajadas sobre su regazo.
-Gi-hun…-Susurra, pero no le doy tiempo a decir más.
Muevo mis caderas contra él, buscando fricción, buscando cualquier tipo de alivio. Ambos soltamos un jadeo cuando nuestros cuerpos chocaron con desesperación.
El roce es un maldito tormento, pero también la única cosa que podía aliviar la presión en mi interior.
-Joder…-gruñe 001 y siento sus manos caer sobre mis caderas, aferrándose con fuerza. Mis labios encuentran su cuello, besando, mordiendo, dejando marcas que solo gritaban una cosa: te necesito.
Follar con desconocidos no está mal.
Follar con alguien que conoces desde hace unos días no está mal.
No es la primera vez que me digo esto.
El calor era insoportable, sofocante. Cada fibra de mi cuerpo ardía, exigiendo por más, exigiéndolo a él.
Las manos de 001 se aferraban a mis caderas, sus dedos clavándose en mi piel como si intentara contenerse, como si luchara contra el instinto que yo ya había dejado que me consumiera.
Pero yo no iba a contenerme.
No podía.
Me muevo sobre él con desesperación, con hambre, con la necesidad de sentirlo todo de una vez. No había tiempo para juegos, ni para suavidad. Me alcé ligeramente, con mi respiración entrecortada, y guié su miembro hacia mí. 001 soltó un gruñido bajo cuando sentí la punta presionando contra mi entrada, caliente, duro, listo.
Cerré los ojos un instante, mi Omega ronroneando dentro de mí.
Y entonces me dejó caer sobre él de golpe.
Un jadeo desgarrado escapa de mi garganta.
Mi cuerpo se estremece, mi espalda se arquea mientras lo siento hundirse en mí de una sola vez, llenándome por completo.
El placer me golpea como un maldito tren, una ola que me deja sin aliento.
001 maldice entre dientes.
-Joder, Gi-hun…-su voz suena como si le costara respirar.
Pero yo no le doy tiempo a recuperarse.
Comencé a moverme.
Primero, moviendo mis caderas contra él, buscando más fricción, más profundidad. Luego, levantándome lentamente, sintiendo cada centímetro de su dureza salir de mí solo para hundirme de nuevo, más fuerte, más rápido.
Mis manos se aferran a sus hombros para sentarme, mis uñas clavándose en su piel cuando acelero el ritmo.
Cada vez más rápido.
Más fuerte.
Mi Omega se entregó completamente al instinto, a la necesidad de marcarlo, de hacerlo suyo, de sentirlo en lo más profundo de mí. Las respiraciones de mi acompañante eran entrecortadas, sus manos se apretaban más en mis caderas, guiando mis movimientos, empujándome más abajo. El sonido de nuestros cuerpos chocando llenaba el pequeño cubículo, acompañado de jadeos y gemidos ahogados. Mis caderas se movían con desenfreno, rebotando sobre él sin control. 001 gruñía, sus labios encontrando los míos en un beso hambriento, devorador, posesivo.
El placer se acumulaba en mi vientre, en mi columna, en cada músculo de mi cuerpo.
Sabía que estaba cerca.
Sabía que él también.
Pero no quería parar.
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