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Círculo, Triángulo y Posesión

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La comida enfrente de mí seguía intacta, pero Jung-Bae insistía una y otra vez en que comiera algo.

-Vamos, Gi-hun, necesitas fuerzas. No puedes quedarte sin comer.

-No tengo ganas-Antes de que pudiera replicar, alguien más se acercó.

Era 001, el Alfa que había pulsado el círculo y prácticamente había sentenciado a todos los presentes a seguir en el juego. Venía acompañado de un pequeño grupo, al menos 8 personas que parecían seguirlo como si fuera su líder.

-Entonces, ¿tú puedes ayudarnos?-preguntó, con sus ojos fijos en mí-Has dicho que ya has jugado, ¿no?

Yo lo miré, pero antes de que pudiera responder, continuó:

-Yo he pulsado el círculo por ti-Su tono era directo, sin rastro de duda-Sinceramente, tenía miedo y quería marcharme.

-Ya...-Bufe. Sinceramente quería darle un puñetazo.

-Pero después de oírte, he pensado: ¿por qué no jugar un juego más?-Los que estaban con él asintieron y comenzaron a hablar.

-Sí, yo igual.

-Sí, yo también.

-Lo mismo digo.

Uno tras otro, respaldaron su decisión, como si esa fuera la única forma de justificar lo que habían hecho.

-Tú sabes, ¿cuál es el siguiente juego?-preguntó 001. Antes de que pudiera responder, Jung-Bae intervino.

-Ah, claro. Seguro que lo hiciste bien en el siguiente juego...¿A qué jugaremos?

-Las galletas

-¿Las galletas?-388 desde su litera de arriba llamó nuestra atención.

-Hay que recortar la figura de la galleta. Nos hicieron escoger entre cuatro figuras.

-¿Cuatro figuras?-repitió alguien más.

-¿Cuál era la más fácil?-preguntó uno del grupo de 001.

-El triángulo-respondí

-¿Y cuál la más difícil?

-El paraguas.

Mi mente se llenó de imágenes de aquella vez. La galleta en mis manos, el sudor resbalando por mi frente y los disparos a mi alrededor.

-¿Un paraguas?-preguntó 001-La gente que escogió el paraguas debió de pasarlo fatal. ¿Verdad?

No respondí.
Lo hice.
Yo fui uno de ellos.

Sobrevivimos, cállate. Dijo mi omega.

-Entonces, lo que tenemos que hacer es escoger el triángulo-dijo 388, como si fuera obvio-Seguro que la mayoría lo logramos.

Los demás asintieron, pero antes de que la conversación pudiera continuar, apareció 100, un jugador que parecía dispuesto a discutir cualquier cosa.

-No deberíamos decirle a los demás que escojan el triángulo-La mayoría volvió a asentir, pero yo lo corté.

Sera cabrón.

¡Deja de gruñir!

¡No me importa que el muriera!

¡Tranquilizate!

Y gruño.

-Ni hablar. Yo quiero salvarles la vida. Y cuando esté seguro de que ese es el siguiente juego, compartiré la información con los jugadores-A muchos no les gustó mi respuesta, soltaron un murmuró y se fueron.

-¿Puedo hacerte una pregunta?-dijo finalmente mientras se sentaba enfrente de mí-¿Puedo saber por qué has vuelto aquí? Dices que fuiste el ganador y sobreviviste. Entonces, debiste ganar los 45.000 millones. ¿Ya te lo has gastado todo?

-¿Te lo gastaste en los caballos?-intervino Jung-Bae. Le gruñí entre dientes.

-No. Ese dinero no es mío-respondí finalmente, mi voz firme-Son las vidas de todos los que murieron.

-¿No crees que estás siendo un poco dramático?-replicó 001-Que no te gastes el dinero no va a resucitar a nadie.

-Si hubieras pulsado la cruz, al menos todos estos podrían haber salido con vida.

-Es cierto, fui el último en pulsar el círculo-admitió 001, su tono calmado-Pero no fui el único. Hay 182 personas más que quieren quedarse.

-Y 182 personas que querían largarse de este infierno-le espeté entre dientes. 001 inclinó la cabeza, evaluándome como si estuviera analizándome.

-Si hubiera pulsado la cruz y nos hubiéramos ido todos de aquí, ¿crees que esta gente sería feliz? Algún día, me los cruzaría fuera y me darían las gracias por haberles salvado. ¿De verdad crees que podrían ser felices?

Me quedé en silencio. Era imposible discutir con un Alfa. Siempre querían llevar la razón. Son vidas. Y todas las vidas, buenas o malas...Pero son suyas. Son gente desesperada.

-Vale, bueno, ya está-
intervino Jung-Bae, rompiendo la tensión-A lo hecho, pecho. Todos los que lo hemos pasado mal podemos entendernos. Centrémonos en jugar bien mañana. Aprovechemos que tenemos a un jugador que ha jugado a todos los juegos y puede ayudarnos.

Su olor a vainilla me llegó a la nariz, dulce...Mucho. El estaba feliz y no debería.

-Yo pienso lo mismo-dijo 388 mientras se bajaba de su litera. Su mirada se fijó en mí-Contad conmigo. Os apoyaré hasta el fin.

-¿Tú quién eres?-preguntó Jung-Bae.

-Ah, claro. Me llamo Dae-ho. Un placer.

-De acuerdo, Dae-ho-dijo Jung poniéndose de pie- ¿Nos conocemos?

Dae-ho sonrió.

-Antes, cuando nos gritó a todos: “¡Quietos!” Me volví fan de este señor. Y me gustaría conoceros mejor.

-¡Quieto! Vale...-dijo Jung mientras le levantaba la manga-Un momento, espera...

-¿Qué pasa?-preguntó Dae-ho, confundido.

-¿Marine?-preguntó Jung con incredulidad.

-Sí, ¿por qué?

-¿Qué división?-Dae-ho soltó una carcajada.

-¿Te ríes?-dijo Jung, levantándose la manga para mostrar su propio tatuaje.

-¡Victoria o muerte!-Dae-ho adoptó una postura militar y respondió-¡División 11-40, señor!

-¡Descanse, Dae-ho! Sabía que tenías algo especial.

-Yo estuve en la 7-4-6.

-¡No le decepcionaré!

La conversación entre nosotros fue interrumpida por un tumulto. Miré hacia adelante y vi lo que todos estaban observando: 333, el chaval de las criptomonedas, estaba discutiendo con el de pelo morado, 230, y con 124, su ¿supuesto amigo?.

Dae-ho y Jung-bae intercambiaron miradas, dudando si debían intervenir.

-¿Deberíamos hacer algo?-preguntó Dae-ho en voz baja.

-No lo sé. No es asunto nuestro-respondió Jung-Bae, encogiéndose de hombros.

Bufé, molesto por su pasividad.

-Vaya dos...-murmuré para mí mismo mientras me ponía de pie, dispuesto a detener aquello.

Pero antes de que pudiera moverme, 001 se adelantó con pasos firmes y seguros. Su figura imponente y su tono autoritario captaron la atención de todos.

-Chicos, ¿qué os creéis que estáis haciendo?-Su voz sonó con tranquilidad-Esta no es forma de comportarse. Aquí hay mucha gente mayor. Un poco de respeto. Y además, sois dos contra uno. ¿No os da vergüenza?

La sala quedó en silencio por un momento, hasta que 230, el Alfa de pelo morado, lo miró con un descaro que solo alguien con exceso de confianza podía tener.

-¿Tú vas a darme lecciones? -replicó con un tono sarcástico y desafiante-Estás aquí por lo mismo que yo. En lugar de parlotear tanto, vete a casa a cuidar de tus putos hijos-Su presencia, que ya de por sí era intimidante, se volvió casi sofocante...Su olor llegó hasta a mí, y supongo también los demás.

-¿Qué has dicho?-preguntó en voz baja pero sonaba llena de peligro.

-Que te metas las lecciones por el culo-escupió 230, con un envalentonamiento digno de un Alfa demasiado confiado.

No fue necesario decir más. 001 se movió con una rapidez que no esperaba. En un abrir y cerrar de ojos, su mano estaba alrededor del cuello de 230, apretando con fuerza mientras este gruñía e intentaba zafarse. El Beta que estaba con él, intentó intervenir, lanzándose hacia 001 para liberarlo. Pero 001 lo neutralizó con un movimiento igual de rápido y preciso, apartándolo como si no fuera más que un obstáculo menor.

La sala entera observaba en silencio, nadie se atrevía a moverse. En menos de dos minutos, ambos habían sido reducidos, jadeando en el suelo. Y después todos aplaudieron.

-Aquí todos estamos en la misma situación-dijo finalmente, su tono firme y gélido-Si queréis sobrevivir, será mejor que os comportéis como adultos y dejéis de actuar como unos niñatos.

Se dio la vuelta con la misma calma con la que se había levantado, ignorando las miradas de todos. Yo, sin decir una palabra, me volví a sentar, dejando que el eco de lo que acababa de pasar se asentara en el ambiente.

Definitivamente, 001 no era alguien a quien tomar a la ligera.


El dormitorio estaba en penumbras, solo iluminado por la tenue luz de la hucha que parpadeaba desde alguna esquina. Aunque todos parecían dormidos, sabía que no. Los susurros suaves y entrecortados de Jung-Bae lo confirmaban. Murmuraba cosas ininteligibles, pero de vez en cuando, distinguía algo como: "Perdóname..." o "Lo siento mucho..." Lo observé durante unos segundos y el ceño fruncido, perdido en sus pesadillas.

Luego volví la vista al frente, tratando de vaciar mi mente de todo.

Pero justo cuando lo intentaba, vi a 001 descender de su litera.
Se detuvo junto a mi cama, y su voz suave rompió el silencio:

-Si no duermes, ¿podemos hablar un minuto?

-Claro-Dije suavemente, y así lo hizo, sentándose cerca de mí, lo suficiente para hablar en voz baja sin despertar a nadie.

Al sentarse, sentí su olor: una ráfaga de algo que no podía definir del todo. ¿Chocolate con menta? ¿Bosque después de la lluvia?

-Creo que antes me pasé contigo y me gustaría pedirte disculpas. Lo siento.

-No pasa nada-respondí con un suspiro-Yo tampoco fui educado. No debí echarte la culpa-001 asintió lentamente.

-Mi exmujer está muy enferma-Su tono cambió, se volvió más pesado, más vulnerable-Tiene cirrosis y necesita un trasplante. Mientras se hacía las pruebas en el hospital, descubrimos que estaba embarazada. Nos dijeron que debía abortar, pero ella no quiso. Quería el bebé a toda costa. Sabes, mi mujer es muy testaruda... Nunca he sido capaz de hacer que cambie de opinión-Lo escuchaba en silencio, dejándole el espacio para hablar-Y aunque ya no estamos juntos... la sigo queriendo. A ella y al bebé. Pero no encontramos un hígado, y su estado está empeorando. Pedí prestado todo el dinero posible, pero no fue suficiente. Y las cosas se pusieron feas. Un cliente que conozco de hace tiempo quiso ayudar y me prestó dinero. Pero se consideró un soborno, y me echaron del trabajo-Hizo una pausa, tomando aire como si fuera a hundirse-Para mí, este juego es mi última esperanza. Te entiendo, 456. Entiendo lo que dijiste sobre lo que el dinero representa. Pero de verdad... Necesito ese dinero, aunque sea a costa de la vida de otros.

Su honestidad me dió como un ladrillo.

-Seguramente yo haría lo mismo por mi hija-respondí después de un momento-Si mi mujer fuese Omega y yo un Alfa, claro-Una risa suave escapó de él, y por un instante, el ambiente tenso pareció aligerarse.

Una nueva ráfaga de feromonas me bailó alrededor. Esta vez era más dulce, casi como si estuviera feliz.

-¿Cómo se llama tu hija?-me preguntó, su tono más amable.

-Ga-yeong.

-¿Y está contigo?

Mi Omega gruñó dentro de mí, después se hundido en su propio pozo de pena.

-No...Está con su madre. El juez determinó que yo no era una buena figura paterna.

-Lo siento. No debí...

-No pasa nada...Pero después del parto que tuve y de tenerla conmigo... Me dolió que me la quitaran. Sé que Eun-ji me quería, pero también sé que soy un desastre. Me dejé llevar por la avaricia. Ahora Ga-yeong está bien con su nuevo padre y hermano

Mi Omega rugió en mi interior:

Es nuestra hija.

Tuya y mía.

-No me avergüenza reconocer mis errores-añadí.
001 asintió y colocó una mano sobre mi rodilla, dándole un suave apretón.

-Eso está bien. Además, todos cometemos errores.

Bufé.

-Eso es fácil de decir cuando eres un Alfa. Pero cuando eres un Omega, la cosa cambia. Tienes que ser impecable.

-¿Impecable?

-Ya sabes. Estar con los demás Omegas, virgen, callado, saber hacer todas las cosas de casa a la perfección. Yo decidí que no quería ser así.

-¿Un rebelde?-preguntó con una sonrisa.

-Cada fibra de mi ser, hasta que salí de mi adolescencia. Me gustaba jugar con los Betas, odiaba coser y limpiar los baños-Hice una mueca, y su sonrisa se ensanchó-Pero aprendí-continué-Y también tuve que aprender a defenderme, por supuesto. No te hubiese gustado cruzarte conmigo entonces.

-Quizás sí-dijo, y me di cuenta de que su mano seguía en mi rodilla-Seguro que eras alguien divertido.

-Bueno...-Un montón de recuerdos pasaron por mi cabeza-Algún chiste sí me sabía.

-Déjame adivinar. ¿También te saltabas las clases?

-Alguna que otra-admití-¿Tú no?

-Quizás.

-Oye, que no soy un chivato -respondí con fingida indignación.

-Y en el caso de que lo fueses, yo también me chivaría.


Subimos las escaleras hacia el siguiente juego con el corazón en un puño. Cada paso resonaba en el silencio de nuestro grupo, cada mirada era un reflejo del miedo que intentábamos ocultar. Nadie sabía qué esperar.

Cuando llegamos, lo vi. El lugar parecía un paisaje de ensueño distorsionado, como si un niño hubiera diseñado el escenario, pero con un toque retorcido que hacía que todo se sintiera más siniestro. Un amplio patio se extendía ante nosotros, delimitado por líneas de colores que formaban arcos de arcoíris perfectamente trazados en el suelo. Era todo tan llamativo, tan absurdo, que no encajaba con la brutalidad que sabía que nos esperaba.

A nuestro alrededor, las ventanas del edificio mostraban cortinas rosadas y amarillas, detalles infantiles que contrastaban con la tensión opresiva en el aire. Los guardias, vestidos con sus uniformes rosas y máscaras negras, estaban repartidos estratégicamente, como figuras inmóviles y vigilantes, sin dejar ningún rincón desprotegido. Parecían formar parte del decorado, y eso los hacía aún más inquietantes.

Entonces, una voz resonó, fuerte y clara:

"Bienvenidos al segundo juego. Vamos a empezar. Este juego se jugará en equipo. Tendréis diez minutos para dividiros en equipos de cinco personas

Mi corazón se hundió.

-Mierda...-susurré, mientras mi Omega reaccionaba con una punzada de preocupación.

Han cambiado el juego...confirmó mi Omega dentro de mí, con un gruñido bajo.

"Este juego se jugará en equipo. Tendréis diez minutos para dividiros en equipos de cinco personas."

-¿Lo de la galleta se juega en equipo?

-Pero lo de la dalgona-interrumpió el número 100-¿no lo hacemos?

-No....Creo que es otro-Respondí, tratando de mantener la calma.

-¿Cuál?-Me quedé en silencio, incapaz de responder-¿Qué? ¿Pero no habías jugado? ¿Era mentira?-me increpó 100, me gruñó más bien, y mi lobo rugió dentro de mí, molesto.

Pero yo me sentí mal.

-Lo siento mucho...-dije, bajando la mirada.

-¡¿Qué lo sientes?!-continuó 100, sin dejarme explicarme- ¿Después de jactarte de ser el ganador?-sus feromonas me atacaron como un virus-¿Qué pasa con los que te han creído y han decidido quedarse?

¡Deja que salga!

Cálmate...

¡es un puto viejo qué tiene más deudas que a pelos en la cabeza! ¿¡el qué coño nos tiene que decir a nosotros que solo intentamos ayudar!?

-Ya está bien-001 dio un paso adelante, su presencia imponente corto  la tensión.

"Formad los equipos ahora"

Los demás se fueron.

-Aún sigo confiando en ti-dijo 001, mientras me miraba directamente a los ojos-Si te parece bien, me gustaría formar equipo contigo.

-No sé qué tendremos que hacer, pero no debemos acobardarnos...-Jung-Bae-Son solo juegos de niños.

-A mí también me gustaría jugar con vosotros-añadió Dae-ho-Seguro que juntos podremos ganar.

222 se nos unió.
Bueno, por lo menos ya no somos el único Omega.

Finalmente, formamos nuestro grupo de cinco. Poco después, la voz volvió a resonar, anunciando las reglas del juego:

"El juego al que vais a jugar se llama Pentatlón a seis piernas. Los cinco miembros de cada equipo tendréis las piernas atadas. Cada diez metros, un miembro diferente del equipo deberá jugar a un minijuego. Estos son los minijuegos: uno, el tachi; dos, lanzamiento de piedra; tres, el kongi; cuatro, la peonza; y cinco, dar toques al cheggy. El objetivo es ganar todos los minijuegos y cruzar la línea de meta en menos de cinco minutos. Por favor, decidid ahora quién de cada equipo jugará a cada minijuego'

Nos organizamos rápidamente. Jung-Bae asignó las tareas: 222 jugaría al tachi, Dae-ho al kongi, él mismo al lanzamiento de piedra. Solo quedaban la peonza y el cheggy.

001 se giró y me miró directamente y dijo:

-Yo jugaré al que tú me digas, Gi-Hun-Lo miré con cierta incredulidad.

-¿Sabes cómo me llamo?

-Ah, es que tu amigo te llama así, y me he tomado la confianza. ¿Te molesta?

¿Me molesta?

-Que va, no pasa nada.

Finalmente, decidí jugar al cheggy, dejando la peonza para 001.

Los primeros equipos comenzaron a jugar, y algunos perdieron rápidamente. Mierda. Y así hasta que finalmente nos tocó. Cuando llegó nuestro turno, la tensión era palpable

222 ganó el tachi a la primera, Jung-Bae derribó la piedra sin problema, y Dae-ho demostró su habilidad en el kongi. Pero entonces llegó el turno de 001.

La peonza parecía resistirse. Él intentaba girarla, pero fallaba. Su frustración creció rápidamente, y no sé qué clase de infancia tuvo, pero comenzó a pegarse.

-¡Joder! ¡Joder! ¡Puto retrasado! ¡Eres un perdedor! ¡No haces nada bien!.

-¡Nadie te está culpando!-le grité, mientras liberaba una pequeña ola de mis feromonas para calmarlo- Vamos, respira profundamente. Recuerda lo que sentías cuando jugabas de niño. Respira. Respira. Tranquilo. Despacio. Vale.

Con un esfuerzo renovado, giró la peonza, y esta vez lo logró.

Avanzamos al último minijuego.

Cuando me tocó jugar al cheggy, sentí el sudor en mis manos. En un momento, la pelota se fue demasiado adelante, pero 001, con un movimiento rápido de su pierna, corrigió mi error y golpeó el cheggy justo a tiempo.

Cruzamos la meta.

El equipo siguiente no tuvo tanta suerte.

Cuando regresamos al dormitorio, el ambiente estaba lleno de emociones. Nos sentamos en nuestro lugar, tratando de recuperar el aliento.

Y mire a mi alrededor.

380, una Alfa, parecía estar defendiendo a 125, un Omega, de otros miembros de su equipo. Las tensiones entre ellos eran evidentes.

001 rompió el silencio y llamo mi atención:

-Perdonadme, siento la que he liado antes.

-Ah, no, no pasa nada-dijimos todos casi al unísono.

-Deberíamos decirnos nuestros nombres dijo 388. En plan, todos...

Yo dije mi nombre.

222 se llamaba Kim Jun-Hee

Y 001 In-ho

El cansancio era evidente, pero también lo era el alivio. Habíamos sobrevivido otro día.

Por ahora.

Las votaciones comenzaron otra vez, y podía sentir la tensión en el aire como un peso que aplastaba mi pecho. Las caras de los jugadores estaban marcadas por el cansancio.

Estaban botando el círculo y estaban botando para quedarse.

-¿¡Pero qué estáis haciendo!? -grité, poniéndome en el centro de la habitacion
Los jugadores me miraron, algunos con culpa y otros con una mezcla de desafío y resignación.

Los olores bailaban a nuestro alrededor.

-¿Habéis perdido la cabeza? -
001 avanzó hacia mí, colocándose a mi lado.

-Después de toda la gente que ha muerto, ¿queréis volver a jugar?-añadió-¿Y si os matan en el siguiente juego?

-¡Tenemos que parar!-Volvi a gritar-¡Vamos a morir todos si seguimos con esto!

-Cojamos el dinero y salgamos de aquí-dijo, apelando a la lógica-Lo importante es vivir. Luego ya nos preocuparemos de lo demás.

-¿Solo con 70 millones de wones?-la voz de 100 rompió el silencio. Sus ojos estaban clavados en 001, su expresión era desafiante-No sé cuáles son tus deudas, pero aquí hay gente que con eso no cubre ni un 10%. ¿A eso le llamas vivir?

Se giró hacia los demás, buscando apoyo.

-¡Tengo razón o no!-gritó-¡Algunos no tenemos opción! ¡Esa cantidad no cambiará nada!
Un murmullo de aprobación se extendió por la sala.

-¡Sí, tiene razón!-apoyó otro jugador, levantando la voz.

-¡Así se habla!-añadió 100, con confianza-Con ese dinero yo no podría ni empezar. Primero, 25 millones. Y ahora son 78. Es más del triple entre el primer y el segundo juego. Así que, si jugamos a uno más, ¡podrían ser al menos 240 millones!

De repente, una voz más débil, rota, cortó el bullicio.

-Yo ya no puedo más...-Me giré hacia la fuente del sonido y vi a 095, una Omega que no podía contener las lágrimas-Por favor... Por favor, déjame que me lo vaya...-sollozó-Quiero... Quiero irme a casa, por favor... No quiero que me maten...

Mi pecho se contrajo al escucharla.

Era la voz más triste que había oído desde que entré en este lugar.

-Tú aún eres joven...-dijo otro jugador, con tristeza
-Podrías tener otra oportunidad... Pero yo no... Por favor... Mi familia y yo... No tenemos futuro... Debo 500 millones por culpa de mi negocio... Debería irme de aquí, al menos con la mitad... Para poder tener una oportunidad...

La Omega simplemente siguió llorando. 001 volvió a intervenir...

-Y si mueres... Tu familia ni siquiera podrá recuperar tu cuerpo...-dijo, mirando al hombre que había hablado antes-Y sería tu fin y el de ellos... ¿Acaso no lo entiendes? Entrad en razón...

Pero 100 no iba a ceder.

-¡No dejéis que os asuste!-gritó, volviendo a levantar la voz-¡El Tachi! ¡Luz Roja! ¡La Peonza! ¡No nos están pidiendo nada tan difícil!

El apoyo hacia 100 crecía, y yo podía ver cómo muchos empezaban a inclinarse de su lado. Quería gritarles, sacudirlos, hacerles entender el riesgo que estaban corriendo.

Y, al final, todo parecía inútil.

Ya habíamos perdido.

Me acerqué a la máquina de votación con el corazón encogido.

La pantalla mostraba las opciones: el círculo o la cruz.

Cerré los ojos por un momento, dejando que los recuerdos de todo lo que había vivido aquí me golpearan como un torrente.

Y entonces, presioné la X.

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