12.
Me gustaría poder decir que, a partir de ese momento todo fue un camino de rosas y que, Baji y Chifuyu fueron capaces de asumir sus sentimientos en ese mismo momento, pero todos sabemos que no fue así. Por mucho que ambos estuvieran destinados a estar juntos, Baji era demasiado orgulloso para asumirlo, mientras que Chifuyu estaba demasiado ocupado en recordar respirar cuando estaba cerca de él. Bueno, eso no es del todo correcto, más bien era como si cualquier interacción fuera de habitual con Baji fuese a provocarle una embolia.
Así que tras esperar unos meses y ver que no pasaba nada decidí poner en marcha mi plan durante las vacaciones de verano. Si ellos no iban a ser capaces de tener una cita o pasar tiempo especial juntos yo me encargaría de forzarlo.
Tragué saliva antes de entrar y como si hubiese hecho eso con anterioridad, me dirigí firmemente hacia mi objetivo. Al escuchar pasos tras él se giró sin ver realmente quien era su interlocutor.
- Buenos días, ¿en que puedo... - Aquellos ojos azules se abrieron al máximo con una expresión de entre intriga, sorpresa y miedo. - ¿Kazutora? ¿Qué haces...?
- Hola Takemichi, - dije sonriendo. - ¿te pillo en mal momento?
El chico miró alrededor del videoclub en el que trabajaba y luego se sacó el móvil del bolsillo para mirar la hora y resoplarme.
- Tengo cinco minutos, ¿te va bien? – Yo asentí, él suspiró. – Esta bien, sígueme.
Me llevó a través de una cortina a la zona donde se guardaban los videos para adultos. Vi algunas de las caratulas a través de la luz tenue y una sonrisa se esbozó en mi rostro.
- No se que piensas que quiero que hagamos pero tienes novia y tampoco eres mi tipo.
Un pequeño rubor se dibujó en las mejillas de Takemichi antes de que moviese las manos con nerviosismo, echando un vistazo a todos lados para asegurarse de que nadie me había escuchado, a pesar de que estábamos solos en la tienda.
- ¡Ya se que no! – los nervios se palpaban en su voz. – No me gustan los chicos, pero necesitas hablar y aquí no suele entrar gente, es un lugar tranquilo dónde mi jefe no suele entrar y...
- Era una broma.
- ¡Pues no hagas esas bromas! ¿Qué pasa?
- Es sobre Chifuyu.
- No voy a ayudarte a que salgas con él.
- ¿Qué?
- Te gusta Chifuyu, ¿no?
No pude ocultar la risa al escuchar su pregunta. Takemichi iba tantos pasos por detrás de lo que sucedía a su alrededor que a día de hoy sigo pensando que no será hasta después de que se hayan casado que preguntará a Baji si realmente va en serio Chifuyu. Pero volviendo al tema aunque mis sentimientos por Chifuyu eran agua pasada, aunque venía por algo completamente distinto, había algo en la cara de Takemichi que hacía que disfrutase jugando un poco con él.
- Si, pero no vengo por eso.
- No me engañas he visto como... - tardó en asimilar mi respuesta, como si tuviese más que asimilado que iba a negárselo. – Espera, ¿has dicho que si?
- No te preocupes, se me pasará. Necesito ayuda con otra cosa.
- ¿Con que?
- Con Kei.
- ¿También te gusta Baji?- Fue ahí cuando noté que el sentimiento de jugar con el otro y tomarnos el pelo era mutuo.
- Venga Takemichi, los dos sabemos que puedes hacerlo mejor, se que Chifuyu te lo ha contado.
- ¿Te da igual que le guste Baji? – asentí. - ¿No vas a luchar por Chifuyu?
- ¿Para qué? Los dos son mis mejores amigos y quiero que sean felices.
- Pero a Baji... ¿le gusta?
- Creo que sí.
- ¿Y tienes un plan?
- Más o menos, necesito que a Chifuyu se le pase el miedo y que Kei sea menos... Keisuke Baji.
- Buena suerte con eso. – Takemichi volvió a mirar la hora. - ¿Qué tienes en mente?
- Una cita, doble o triple me da igual, pero que acabe dejándolos a solas antes de los fuegos artificiales.
- ¿No es un poco cliché?
- ¿Tienes alguna idea mejor? – cuando no respondió solo pude sonreír y proceder con mi explicación. – Bien, mi plan es...
- Pasar unos días en alguna casa de playa.
- ¿Eh?
- Una idea mejor, esa.
- ¿Y eso no es cliché? – reí.
- ¡Pero menos!
- ¿Y de dónde sacamos el dinero?
- Podríamos ir a alguna casa que tuviese alguno de nosotros
- ¿Conoces a alguien que tenga alguna? – suspiré.
- Bueno no, pero Pah esta empezando a trabajar en la inmobiliaria de su padre quizá le puede pedir que nos deje algunas de las que alquilan para unos días.
Fue como uno de esos dibujos en los que aparece una bombilla en la cabeza. ¿Cómo no había pensado en Pah? Alguna vez había propuesto esta misma idea, e ir a una casa a pasar las vacaciones era una oportunidad perfecta para hacer que los dos se acercasen más y que Baji aceptase sus sentimientos.
- Claro, Kazutora, no creo que haya ningún problema. – me dijo con una sonrisa en el rostro – Además hay una casa perfecta, grande, con vistas al mar y no muy lejos, podríamos ir en moto. – Tecleaba más fuerte de la cuenta.–Es propiedad de la empresa y me permite hacer la reserva como propietario sin problema para... ¿finales de agosto?
- ¡Finales de agosto iría perfecto!
- Genial, pues podemos ser hasta dieciséis teniendo en cuenta el número de habitaciones y... si le digo que si a esto y a esto... – empezó a murmurar. - ¡Ah bueno! Me deja aplicar el descuento de personal y nos sale solo al 70% de su precio.
- ¡Genial! ¿Cuánto es eso?
- 148.000 yenes de lunes a viernes.
- ¿Qué?
- Parece mucho, pero piensa que solo 80.475 son para el alquiler, el resto es una fianza que se nos devuelve automáticamente si no rompemos nada. Además si conseguimos ser dieciséis salimos a...
- 9.250 – respondí mientras el seguía tecleando los números en la calculadora. Alzó la cabeza sorprendido y sin sonreír me encogí de hombros y me excusé – Se me dan bien los números. No me parece demasiado por una semana y en caso de que no rompamos nada se queda en un poco más de la mitad... Entonces necesitamos ser diciseis, creo que podemos hacerlo.
- Peh y yo estamos dentro obviamente, se apresuro a decir y contigo solo te quedará reunir a doce.
- A trece. – le corregí con una sonrisa.
- Bueno es que a mi los números no se me dan tan bien.
- ¿Seguro que has calculado el importe bien?
- ¡Claro que si! Eso lo hace el programa solo, ¿ves?
Pah giró la pantalla y miré que hubiese introducido todos los datos correctamente. Los cálculos eran correctos así que le golpeé en la espalda con una sonrisa antes de pedirle que la reservase, que yo me encargaba de los demás.
Fue difícil de conseguir, primero se comentó en una reunión de la Toman que logró que Mikey y Draken se unieran de inmediato, tampoco fue complicado que Hakkai y Mitsuya lo valorasen. Pah, Peh y Takemichi estuvieron dentro del plan desde el principio y yo me ocupé de convencer a mis dos mejores amigos. Con todos nosotros éramos diez, necesitábamos seis más.
- Quedan dos semanas. – murmuró Mikey. - Si hemos conseguido ser diez podemos convencer a seis más.
- Puedo decirle a Hina. – propuso Takemichi
- ¿No van a ser unas vacaciones de chicos? - protestó Hakkai.
- Si viene Hina podemos decirle también a Emma, ¿no crees Mikey?
- Me gustaría librarme de mi hermana al menos una semana. – Draken le lanzó una mirada que parecía más una suplica y el mencionado suspiró. – Esta bien... ¡Pero no pienso dejaros dormir juntos!
- Si aceptan Emma y Hina podría venirse también Yuzuha, ¿no crees Hakkai?
- ¿Por qué quieres que venga mi hermana, Taka-chan?
- Porque se lleva bien con las chicas y necesitamos reclutar a seis personas más, ¿recuerdas? Con ella solo quedarían tres y si le decimos a Taiju...
- No, - se apresuró a decir. – ni de lejos, mi hermana vale, pero mi hermano no.
- ¿Y Kisaki? – intervino Takemichi. – No vino a la reunión pero quizá le interese.
- Si viene Kisaki, vendrá Hanma. – intervino Baji contando con los dedos mientras nos miraba a todos. – Si ellos dos se unen solo nos quedará uno. ¿Sanzu?
- Podemos preguntarle, pero creo que se va a un campamento de esgrima o algo así.
- ¿Y su hermana?
- Ya esta bien de hermanas, ¿no? – resopló Chifuyu. – Queda una persona y somos un montón, no creo que cueste tanto convencer a alguien para que se nos una.
Baji le pasó el brazo por los hombros a Chifuyu y le dedicó una enorme sonrisa. Estaba convencido de que si jugaba bien mis cartas pasaría algo entre esos dos allí. El plan ya estaba hecho, la gente convencida y, al menos por mi parte solo fallaba una cosa; conseguir el dinero.
- Necesito encontrar un trabajo rápido. – me quejé mientras volvía a casa acompañado de Chifuyu y Baji.
- Puedo mirar si necesitan a otra persona en la tienda donde estoy a medio tiempo. – Chifuyu me miró mientras se señalaba el cuello. – Pero quizá el tatuaje es un problema. El uniforme es de cuello abierto.
- ¿Qué tal un super? Muchas veces ahí trabaja gente con tatuajes.
- Si, pero no contratan de un día para otro y dudo que me paguen lo suficiente por solo una semana. – suspiré. - ¿Tal vez paseando perros? A vosotros os funcionó cuando mi cumple.
- Si, pero no pagan bien, si necesitas el dinero en dos semanas no te dará tiempo. Pero te podemos prestar nosotros.
- No, quiero ganármelo yo mismo. Además ¿de donde has sacado tú el dinero? No trabajas.
- Baji, esta ayudando al abuelo de Mikey en el dojo.
- ¿Paga bien? Podría echarte una mano.
- No te ofendas, pero que sepas pelear no quiere decir que sepas artes marciales. Requieren concentración, calma y...
- No se que haces tu dando clases entonces. – Chifuyu ocultó su risa antes de que Baji viniese a golpearme por la afirmación.
- ¿Y si echas una mano en el taller de Shinichiro?
- Ya están allí Draken e Inui. Dudo que necesite a un tercero.
- ¿Y si ayudas a Mitsuya con la ropa?
- No gana tanto. – intervino Chifuyu.
- Y no creo que a Hakkai le haga gracia que yo esté rondando por ahí. – añadí.
- ¿De verdad creéis que a Hakkai le gusta Mitsuya? – preguntó alternando su mirada entre Baji y yo.
- No lo creemos, lo sabemos. ¿Verdad, Tora? Soy muy bueno sabiendo quien le gusta a la gente.
No pude evitar la risa que provocó una mirada inquisidora de Chifuyu. Pero era verdad, Baji siempre ha sido bueno leyendo los sentimientos de otra gente menos cuando le implicaban a él. Ni los suyos propios si sacamos el tema.
Pero por primera vez, mi preocupación no trataba de sentimientos o de lo tonto que era Baji en aquellos días, sino de que yo necesitaba 9.250 yenes en menos de dos semanas. Así que recurrí a mi última opción.
- ¿Necesitáis a alguien que os eche una mano unos días?
Ryusei pasaba el trapo por la barra mientras me miraba como si le acabase de pedir la cosa más disparatada del mundo. Sin decir nada suspiró y se colgó el trapo del pantalón. Antes de apoyar los codos en la barra y acercarse más a mí.
- ¿Cuántos?
- No sé, ¿esta semana? ¿Parte de la que viene?
- ¿Has trabajado alguna vez de camarero?
- No, pero aprendo rápido.
- ¿Sabes preparar algo?
- Se me da bien hacer café. – Ryusei soltó una pequeña risa, pero antes de que pudiera defenderme me frenó con un gesto.
- Llevas un tatuaje, algo que no está bien visto, no tienes experiencia, solo sabes hacer café y apenas quieres estar unos días. – dicho así sonaba un poco mal, es verdad. - ¿Qué tienes para ofrecernos que nos pueda interesar?- Ryusei hizo un gesto con la mano antes de volver a clavar aquellos ojos en mi. - Piénsate bien la respuesta.
Escuché la puerta abrirse segundos antes de que Ryusei saludase y fuese a atender a un cliente. Apoyé la cabeza en la barra porque tenía razón, no había nada que pudiese hacer para que me eligiesen frente a otros posibles candidatos. Por no hablar de que solo quería trabajar unos pocos días, los justos para conseguir el dinero que necesitaba y quizá un poco más para no tener que preocuparme durante el viaje. Necesitaba ir, era la oportunidad perfecta para empujar los sentimientos de Baji. Miré desde esa perspectiva la barra del bar, buscando algo, lo que fuera, que me ayudase a convencer a Ryusei. Fue cuando vi la pequeña tarima que asomaba en una esquina del escenario y recordé las clases de música a las que mi padre me obligó a ir de pequeño.
- Se tocar la guitarra. – dije cuando Ryusei se acercó de nuevo a la barra. El alzó la ceja y sonrió.
- Muy interesante, chico tigre, pero por muy sexy que me parezca un guitarrista, aquí no te va a servir de nada.
- Puedo tocar por las noches.
- Eres menor, - dijo mientras me daba la espalda para destapar una cerveza que probablemente le había pedido el cliente que acababa de entrar. – No creo que mi madre te deje trabajar aquí por la noche y en caso de que lo hiciera solo pueden tocar en directo los sábados.
- Oh, venga Ryusei, déjame ser camarero. – suspiré. – Puedo hacerlo, dame una oportunidad.
- Esta bien. – suspiró pasándome la libreta. – Lleva esto a la mesa de la mujer del fondo y tómale nota. - Asentí con una sonrisa y me metí la libreta en el bolsillo, pero mientras me dirigía a agarrar la cerveza y el vaso que había sobre la barra el puso la mano en mi trayectoria y arrugó los labios. Le vi sacar una goma de pelo de su otra muñeca y tendérmela. – Trabajamos con comida, el pelo o corto o bien sujeto.
Suspiré a modo de protesta, odiaba recogerme el pelo y francamente, era consciente de lo mal que me quedaba el pelo corto. Empecé a recogérmelo probablemente con demasiada mala cara por la sonrisa de satisfacción que había dibujada en el rostro de Ryusei.
- ¿Contento? – gruñí mientras agarraba el botellín y el vaso para llevarlos a la mesa.
Me acerqué a la mesa del fondo donde había una chica joven mirando indecisa el menú. Tenia el pelo rubio, unos enormes tacones y no parecía tener más de veintitrés o veinticuatro años. No recuerdo mucho como era su cara, pero si que tenía unos ojos enormes y bonitos, muy parecidos a los de Emma.
- Aquí tiene. – dije tendiéndole su bebida. - ¿Le traigo algo para comer?
- ¿Tú no estas en el menú?
Contuve el impulso de alzar una ceja o aclararle a aquella mujer que yo aún era menor, pero en lugar de eso, y siendo muy consciente de que Ryusei me estaría mirando, le sonreí, me agaché para poder observar el menú y le señalé el okonomiyaki.
- No, pero esto si esta en el menú y puedo asegurarle que me da mil vueltas.
- No creo que eso sea posible.
- Pruébelo y luego me lo dice. ¿Le traigo uno? – ella asintió. – Muchas gracias, en seguida vuelvo.
Me dirigí de nuevo a la barra sintiendo como la mirada de la chica se clavaba en mi trasero. Aunque tuve la tentación no me giré, en su lugar la sonrisa de Ryusei al otro lado de la barra me lo confirmó. Suspiré y me saqué la libreta que no había usado del bolsillo, antes de que pudiera dársela o decirle la comanda el soltó una risa por lo bajo.
- No se que te habrá pedido pero estoy seguro de que prefiere otra cosa.
- Cállate, un okonomiyaki. – le tendí la libreta y resoplé.
- ¿Ya no quieres trabajar aquí?
- Si, pero honestamente no necesito una libreta, no tenéis una carta tan amplia como para que no me acuerde.
- No dejas de sorprenderme, chico tigre. Dame un momento. – dijo entrando a la cocina.
Supuse que su madre estaría ahí, aunque no sabía si tendrían a alguien más contratado, a decir verdad no sabía nada de ese bar más que pertenecía a su familia y que ellos vivían allí. Escuché unas risas antes de que la puerta de la cocina volviese abrirse. Ryusei salió de ella con una sonrisa en el rostro y me arrojó algo. Mientras lo abría para averiguar que era, volvió a situarse frente a mi.
- No pagamos mucho, 1700 yenes la hora y harás unas tres o cuatro al día. Si hay mucha clientela y quieres hacer más horas cobras más, pero lo discutes con mi madre. – estaba a punto de decirle que aceptaba cuando me frenó alzando el dedo índice. – Si te contratamos no es solo para una semana, ni dos, cerramos la última semana de agosto pero después tendrás que seguir viniendo algún que otro día a echar un cable. – Bajó el dedo para tenderme la mano y me sonrió. - ¿Te parece bien?
Miré el delantal blanco que me había arrojado desde la cocina y sonreí antes de asentir con la cabeza y tomarle la mano que me ofrecía. El miró tras mi hombro para dar la bienvenida a las dos personas que acababan de entrar.
- Pues ponte el delantal y ve atender a tus primeros clientes.
- Gracias. – dije mientras acababa de desdoblarme el delantal.
Intenté atármelo por detrás solo y mientras me pelaba con las tiras, escuché como Ryusei chasqueaba la lengua antes de agarrar los dos cordones que sostenía en las manos y hacerme un lazo. Fui a girarme para darle las gracias dándome cuenta que para llegar se había recostado un poco en la barra y estaba cerca, bastante cerca de mi cara. Aún me impresionaba tenerle tan cerca, o me ponía nervioso, no se que palabra sería mejor para explicar las mariposas que me revolvían el estomago en aquellas situaciones. Supongo que el se dio cuenta, supongo que siempre lo supo porque cuando alzó la vista y se cruzó con la mía sonrió antes de decir algo lo suficientemente flojo como para que me costase escucharlo.
- Estas demasiado guapo con el pelo así, va a ser muy duro trabajar juntos.
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