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Baby Said Minayeon


Para Mina, no era cualquier cumpleaños. Era el número 18, su número favorito y también, la edad para ser legal. Todo lo que siempre había querido. Aunque supiera que la vida de adulto no sería fácil, Mina había querido avanzar un poco más en su vida desde hace tiempo. Empezó su último año en la escuela unos días antes, mas ahora era sábado y definitivamente quería pasarlo bien. Así que se puso en mente ser positiva, ya que no quería que nada le arruine esto.

—¡Feliz cumpleaños!

Saltó en su lugar al abrir la puerta de su habitación y encontrar a su madre con un "desayuno especial" que hace en todos los cumpleaños. Se lo esperaba, a decir verdad, pero no creyó que vendría hasta su puerta para ello.

—Carajo...—masculló Mina—. Mamá, ¿de verdad velitas en los panqueques?

—Ya que no estarás con nosotros para una fiesta, creí que sería lindo.

Mina sonrió y tomó el plato. Esperó a que su mamá saque la cámara y tomara una foto del momento, todos en la familia tenían "la foto especial" con el desayuno especial. Sí, les gustaban las tradiciones.

—Ahora que eres una adulta, papá y yo tenemos un regalo para ti.

—¿Puedo verlo?—su emoción se hizo notar, lo que causó una risita en la mujer mayor.

—Cariño... haz fallado tu examen de conducir hace unas semanas, así que Nayeon te lo traerá.

—Entonces, ¿por mi cumpleaños le dieron un auto a mi novia?

—Bueno... es de Nayeon hasta que lo apruebes. Lo compramos antes de tu examen porque teníamos muchísima confianza en que sí lo lograrías.

Mina rodó los ojos. Se escucharon unas voces desde la cocina, las dos supieron que eran las hermanas mellizas de Mina, quienes no pueden estar solas más de dos minutos o rompen algo. Su madre apretó su mejilla levemente en un gesto cariñoso y le dijo que se preparase, Nayeon llegaría en un rato.

Para los padres de Mina, Nayeon era un ángel. Y bueno, realmente lo era. Nayeon siempre se mostró amable y gentil con la familia Myoui, especialmente cuando recién se había dado a conocer su relación. Ellos tenían una muy buena imagen de Nayeon, sabían que no había mejor persona para su niña.

Y además, el padre de Mina había hecho alguna pequeña promesa de que le rompería un hueso a Nayeon si ella rompía el corazón a Mina. Y no sólo él lo dijo, las mellizas también.

Y su hermano mayor.

Y sus amigas.

Y el vecino.

Todos tenían un cariño enorme por Mina, no podían ver sus ojitos con lágrimas.

Después de una media hora, en donde sus hermanas se la pasaron peleándose por quien se quedaría el cuarto de Mina cuando se vaya de casa, sonó una bocina.

—¡Es Nayeon Unnie!

—No me digas, Jiwoo.

—Qué estresante eres, Kyujin.

Las niñas de 15 años estaban en una etapa un poco complicada. Después de ser las hermanas inseparables desde nacimiento (literalmente), ahora con la adolescencia estaban demasiado irritables, ya no se aguantaban.

—Ugh, ¡mamá dile a Jiwoo que cierre la boca!

—¡Kyujin!

Mina ignoró su pelea y tomó sus cosas, hasta ella odiaba las voces chillonas de sus adorables hermanas. Necesitaba irse un rato al menos.

Al abrir la puerta principal, se encontró a su novia
apoyada sobre un Jeep. Ella no sabía sobre modelos de autos ni nada, mas este le había gustado bastante. Nayeon sonrió y abrió los brazos animadamente, lo que hizo que Mina corriera y le diera un enorme abrazo.

—¿Te gusta?—le preguntó Nayeon sosteniéndola.

—Sí, me gustas—afirmó Mina abrazando más fuerte.

—No yo, Mina, el auto, ¿qué tal?—rió tomando el rostro de Mina con sus manos, viendo los ojos más hermosos que haya visto alguna vez.

—No sé de autos, es lindo.

—¿Sólo eso? Es tuyo, amor, debería de encantarte.

—No me importan los autos, Nayeon, yo sólo quiero estar así contigo siempre—le confesó enterrando su cara en el pecho contrario—. Al diablo ese examen de manejo, tú serás mi chofer.

—No digas groserías, bebé.

Mina salió de su escondite para mirarla una vez más, sonriente negó y dijo:

—Tengo 18, ya no soy una bebé y puedo maldecir.

—Es verdad, ya no puedo regañarte por hablar tan vulgar—aceptó—, pero sigues siendo mi bebé.

Mina frunció el ceño, no quería seguir viéndose como una niña ante su novia. Suspiró y asintió.

—Después de esta noche... dejaré de ser una bebé, ¿de acuerdo?

Nayeon sabía de qué hablaba y sus mejillas se pusieron tan rojas como un tomate, asintió sin decir nada más y de forma torpe invitó a Mina a subir al Jeep e iniciar su día juntas.

Los padres de Mina aceptaron no hacerle una fiesta de cumpleaños. Nayeon les pidió con todo su corazón que dejasen que ella se encargara de hacer feliz a Mina ese día, ya que después de varios años de relación finalmente era "legal" verlas juntas.

Nayeon estaba en la universidad y Mina en su último año de escuela, lo que causaría demasiado alboroto si se supiera antes de ellas. Además de el hecho de que fueran dos chicas, ellas siempre quisieron hacer todo de "la forma correcta" para evitarse problemas.

Nayeon sostuvo su mano todo el día, la hizo reír y la llevó a pasear por la ciudad. Comieron y charlaron. El día era perfecto para las dos.

—Estás sudando mucho, Nayeon, ¿estás bien?

La mayor asintió sin quitar su mirada del camino.

—S-sí, por supuesto.

—No se nota—murmuró preocupada—. Para aquí, quiero hablar.

Nayeon le hizo caso, encontró un lugar rápidamente y frenó el vehículo. Mina miró a sus manos unidas y luego a su novia.

—¿Qué te preocupa tanto?

Nayeon evitaba su mirada ahora, de nuevo con las mejillas rojas.

—Estamos de camino a un hotel...

—Sí.

—Para... para hacer, uhm, para acostarnos.

—Hacer el amor, sí.

—Es sólo que, ah, no sé exactamente cómo explicarlo.

—Tómate el tiempo que quieras.

Nayeon se pasó una mano por el rostro, sentía bastantes nervios y era demasiado tímida para esto ahora. Había tenido sexo con mujeres antes de conocer a Mina, así que era la única experimentada. Mas ninguna era tan importante como ella. Nunca amó a alguien de esa forma y tenía bastantes miedos.

—Es tu primera vez, amor, y quiero que sea especial. La mía fue horrible y no quiero que tengas un mal recuerdo.

—Nayeon, contigo todo es especial.

—¿Y si terminas conmigo porque no te gusta? Puede pasar que no lo disfrutes, puede que ya no me quieras por eso, puede que te decepciones, puede que después la que me rompa el corazón seas tú y después igual tu padre me va a pegar, y tus hermanas, y tu hermano, y tu vecino y-

Nayeon siempre ha hablado mucho. Sobre todo cuando está nerviosa, por lo que Mina ya sabía que esto pasaría. La cayó con un beso, la mejor forma de hacerlo, porque con una cachetada ya lo había hecho antes (y lo peor es que Nayeon no se enojó, le dio las gracias).

Las emociones de Nayeon estaban alborotadas. No se trataba de cualquier chica, se trataba de la que era el amor de su vida. No había que estar asustada, todo con Mina era mil veces mejor, esto no sería diferente.


Nayeon estaba un poquito... peor que antes.

Habían llegado a la habitación. Mina la besó de forma que no pensó que podía, con gran pasión y fuerza, tanto así que casi podía sentir sangre entre sus labios. Se colgó de su cuello, saltando y rodeando su cuerpo con las piernas, Nayeon la sostuvo de los muslos y la guió hasta la pared, donde la apoyó para seguir los besos por su cuello.

El tamaño enorme de sus manos dejaron que pudiera amasar todo el trasero de Mina bajo la falda. Escuchando por primera vez pequeños gemidos de su chica.

Y como si no fuera suficiente, Mina pidió que fueran a la cama en un quejido placentero. Lugar donde Nayeon le abrió la camisa de una vez, rompiendo los botones en el acto.

—Mierda, Nayeon, cuando salgamos me darás tu chaqueta.

—Sí, sí, lo que sea.

Nayeon acercó su boca hasta la piel de sus clavículas, besando y lamiendo, dejando marcas notorias . Luego bajó hasta sus pechos, aquellos cubiertos por un sostén rosa pálido. Con los dientes tomó un pedazo de la tela y la guió hasta abajo, dejando al aire ese pezón listo para recibirla. Hizo lo mismo con el otro lado, gruñendo por las manos de Mina en su cabello.

Las tetas de Mina resultaron ser tan pálidas como el resto de ella, lo que enloqueció a Nayeon, pues siempre amó el bonito color de piel de su novia.

Por supuesto que se encargó de ellas. Las lamió y chupó, notando como saliva se salía de los extremos de sus labios, sedienta por probar más de Mina. Mina comenzó a sentirse bien de una forma rara, sentía algo fuerte en su ser, algo que le dio un poco de miedo.

—Es el orgasmo, bebé, déjate ir.

—¿E-s p-posib-ble que s-sea, ¡carajo!—Nayeon no dejó ni sus manos ni su lengua quietas, seguía haciendo su trabajo—. ¿Tan p-pronto?

—Sí, bebé, es tu primera vez sintiendo todo esto, es normal.

La coreana volvió a complacerla. Mina estaba en la gloria, nunca creyó que que le comiesen las tetas sería tan bueno. Poco más de unos minutos después logró dejarse llevar, soltando un gemido largo y hermoso para los oídos de Nayeon.

—Bebé... no te quité las bragas, creo que tendrás que tirarlas ahora.

Nayeon se rió al ver el desastre de Mina. Con su pecho descubierto y la respiración agitada, su cabello negro por toda la almohada y su expresión de felicidad pura.

—Traje otras en la mochila—dijo con un poco de dificultad.

—¿Trajiste otras bragas pero no otra camisa?

—¡No pensé que serías tan salvaje!

Mina se apoyó en sus codos y se levantó un poco, en sus oscuros ojos Nayeon notó algo diferente. Un deseo inigualable, como si estuviera lista para saltar a ella, para cazarla como una simple presa.

—Tengo un regalo para ti en la mochila, ve por el.

—¿Para mí? Bebé, es tu cumpleaños no el mío.

—Sólo búscalo.

Nayeon se giró y buscó el bolso de cuero, encontrándose con el a un lado de la puerta. Vaya, ni siquiera notó cuando Mina lo dejó ahí.

Y eso nos lleva a el por qué de sus emociones peores. Mina se había preparado muy bien. Tanto así, que ahora Nayeon tenía un Strap On en sus manos.

—¿No te gusta? ¡Es doble! Así que tú también puedes sentirte bien... ¿Nayeon?

La mayor estaba demasiado quieta con los ojos pegados a ese juguete sexual. Nunca había usado de esos, bueno, una vez alguien lo usó en ella mas ahora era diferente. No esperaba que su dulce Minari tuviera esas ideas.

—¿Nayeon? —repitió Mina.

—Joder, Mina, eres una puerca.

—¿Y? Sé que te mueres por usarlo ahora.

—Bebé...

—Ya no soy una bebé, Nayeon.

Razón no le faltaba. Mas Nayeon respiró ondo y aceptó que sería así, esta primera vez sería la mejor.

Pronto las dos estaban desnudas, besándose y sintiendo tanto calor en sus cuerpos que hasta podían gemir por respirarse entre sí. Nayeon tenía el Strap Op a su lado, esperando por ser utilizado.

—Mina... Bebé...

—¿Mmh?

—Te amo—le confesó en medio de un beso—. Te amo, te amo, te amo.

—Yo te amo más, amor, mucho más.

—No... no, yo más. Te amo muchísimo, Mina. Quiero que nos casemos donde sea legal hacerlo, que adoptemos mil gatos y tengamos otros mil hijos. Que tus ojitos siempre me miren y que me ames por la eternidad. Deseo tanto que estemos juntas siempre y que-

—Nayeon, amor.

—¿Sí?

—Me gustaría que tengamos esa conversación cuando no esté goteando de lo necesitada que estoy, ¿sí? ¿Podrías simplemente bajar tu cabeza de nuevo?

—Como lo diga mi bebé.

Nayeon dejó besos mojados por toda la piel que podía. Luego acarició los muslos de Mina, notando que estaban húmedos bajó la mirada a ellos y encontró que Mina no estaba mintiendo, realmente la necesitaba rápido.

—Úsalo...

Con los ojos Mina señalaba el Strap On y Nayeon aceptó de inmediato. Lo que su bebé quería, su bebé lo tendría.

De la mochila también había sacado lubricante, Mina fue bastante inteligente. Aunque con lo mojadas que las dos estaban, parecía no ser muy útil ahora. Aún así, Nayeon pasó sus dedos por el pene falso bajo la mirada de Mina, sus dedos empapados lo mojaban cada vez más.

El tamaño estaba bien para las dos, no era algo enorme ni tampoco pequeño, se podía sentir bastante con ello.

Nayeon comenzó a ponerse el arnés, Mina se levantó y lo tomó en sus manos.

—Yo quiero metértelo—confesó tocando el segundo pene falso.

Nayeon no le negó el honor. Mina estaba un poco nerviosa pero aún así comenzó a mover el juguete. Arrastró la punta un poco, llenándolo de los fluidos de Nayeon, hasta que se dio cuenta que su novia no quería que jugara así ahora, ella necesitaba liberarse de alguna forma. Y tal como lo dijo, se lo metió de forma lenta, disfrutando de su rostro lleno de placer por sus acciones.

—Mierda, bebé.

Mina se volvió a acostar y Nayeon se puso sobre ella, se sentía un poco raro tener algo dentro suyo después de tanto tiempo sin sexo. Pero sabía que era algo momentáneo.

Besó a Mina en la boca, guiando poco a poco la goma en su entrada. Jugó como Mina, pasando la punta por ahí con cuidado y maldad inocente.

Metió la punta, esperando que su novia se fuera acostumbrando a esto. Atenta a las expresiones de Mina, Nayeon siguió hundiéndose en ella hasta que su dolor frenara.

—No duele tanto... vamos, sigue.

—¿Estás segura? No quiero que-

—Nayeon, por el amor de Dios, sólo follame.

—Lo que mi bebé diga.

El pene falso empezó a hundirse más y más, hasta que estuvo todo dentro. Mina casi gritó, pero al contrario de lo que Nayeon pensó, no era dolor, más bien era tanto placer que sus ojos picaban.

Nayeon movió sus caderas una vez más para sacarlo y meterlo. Acción que sacó un gemido en las dos, incapaces de decir algo coherente se empezaron a mover ambas, y tal grado era lo rico que se sentía que no les importaba que fueran tan ruidosas y la cama se moviera.

Nayeon siguió cada vez más fuerte, más duro, entrando y saliendo, sintiendo el propio placer de estar siendo follada por ese juguete y al mismo tiempo follar a Mina. Mierda, era gloria.

—A-ah... puta m-madre...

—Eres t-tan hermosa, b-bebé.

—N-no empiece-es.

—B-buen-no.

Escuchaban solamente el sonido de la otra y las pieles chocando, agarrándose de las sábanas y besándose. Mina sólo decía palabrotas y Nayeon no podía quitar sus ojos de Mina y decirle lo hermosa que era.

Con una mano, Nayeon entrelazó sus dedos con los de Mina sobre su cabeza. Con la otra se agarró de la cintura de Mina para sostenerla y entrar incluso más profundo. Podía sentir como Mina la abrazaba con fuerza con sus piernas, como estaba disfrutando de esto. Las inseguridades de Nayeon ya no existían, podía verlo, podía ver que Mina estaba más que feliz de hacer el amor con ella.

El orgasmo estaba cerca, ya lo veían venir, así que Nayeon se apresuró hasta que Mina volvió a gemir alto como en su primer orgasmo. Nayeon la siguió un momento después.

—Mierda—suspiró Mina.

—Sí, mierda.

—Sí sabes que ahora no vamos a parar de hacerlo, ¿verdad?—se rió Mina.

—Sí, pasará cada vez que mi bebé lo diga.

—Deja de decirme así.

—Sí, bebé, lo que digas.

creo que estoy un poco oxidada peeero bueno, llevo un tiempo sin escribir, tenganme paciencia xfis

espero que les haya gustado, besos lesbianas

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